Máquina manual para hacer helados. Foto: Internet. |
LA MÁQUINA DE HELADOS
Por: Carlos Crismatt Mouthon
En la época en que no había ventas de helados por galones, hacer una fiesta para niños tenía el trabajo adicional de buscar quién prestara o alquilara una máquina manual para hacer el helado.
Constaba de un recipiente circular de madera en el que se introducía un cilindro de metal inoxidable con su respectiva tapa -el que contenía los ingredientes del helado-, y que giraba sobre dos ejes, uno en el fondo del recipiente y otro dentado en un dispositivo mecánico que se colocaba en la parte superior.
Este último tenía además una manivela que al darle vueltas hacia que el cilindro rotara. Luego se rellenaba el espacio entre el cilindro y el recipiente con capas de hielo picado y sal gruesa.
Después de unos largos minutos -en que había relevos para girar la manivela-, la acción del hielo con la sal surtía un efecto mágico y al abrir al cilindro se mostraba un rico y cremoso helado.
Dos cosas para anotar. Una, es que si había un descuido en cerrar bien la tapa del cilindro, el resultado era que la sal se metía y dañaba irremediablemente el sabor del helado.
Y dos, que nadie entendía -ni aún ahora se acepta- el porqué había que echarle sal al hielo para que enfriara más. Un rechazo parecido al de utilizar la salmuera para sacarle la sal a las carnes saladas.