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Napoleón Perea Castro




IN MEMORIAM

25º ANIVERSARIO DE SU MUERTE

Por: Carlos Crismatt Mouthon


El fallecido narrador deportivo cartagenero
Napoleón Perea Castro.

Si buscamos una característica que defina a Napoleón Perea Castro se puede decir sin titubear que era un ganador, lo que se convirtió en el principal objetivo de su vida. Quizás no logró todo lo que se propuso, pero ese afán de no dejarse derrotar le servía de motor para seguir adelante.

La naturaleza lo dotó de tres cualidades. Su poderosa voz, su privilegiada memoria y una profunda capacidad de análisis. Pero para poder utilizarlas a su favor, se preparó como nadie en el dominio de todos los temas que tenían que ver con su profesión.

Aunque no pasó por los claustros universitarios, fue un autodidacta que superó a muchos de su generación. El motivo fue que ingresó muy jovencito a la radio después de un concurso en 'Emisoras Fuentes', y desde ese momento dedicó todas sus energías a perfeccionarse en esa carrera que escogió.

Para sorpresa de muchos, su única preparación como locutor había sido en el barrio de Torices, en donde con un palo de escoba y una lata de avena enganchada en su punta jugaba a narrar los partidos de tapita y de bola de caucho de su grupo de amigos. Su sentido de superación lo llevaba a soñar con ser el émulo de los grandes de la narración del béisbol cubano, que escuchaba en un viejo radio de tubo, con una larga antena en el techo de la casa.

SU PRIVILEGIADA MEMORIA

Una de las primeras anécdotas sobre su memoria fue en 'Emisoras Fuentes', que tuvo la mayor discoteca de la ciudad, coleccionada en un amplio salón del segundo piso de la casona de don Rafael Fuentes en la esquina de las calles de la Universidad y Sargento Mayor. Estaba tan organizada que contaba con los servicios de una 'discotecaria'.

Como Napoleón me llevaba desde niño a la emisora, fui testigo cuando apostaba con sus compañeros de oficio -entre ellos Ausberto Reynoso, Sergio Girado Caballero, Néstor Alberto el 'Pindo' Sánchez, Hernando Barrios Vives, Adelmo Jiménez y el técnico de grabación Raúl Lambis Guardo-, el recordar los detalles de las canciones -nombre, autor, fecha, sello, ritmo, orquesta, cantante- y en qué sitio del armario estaba cada disco. Napoleón era siempre el ganador.

Otra tiene que ver con un campeonato nacional de béisbol en Montería en 1968, en donde el suscrito era además el compilador del torneo. Todas las mañanas trabajaba con el anotador oficial para sacar las estadísticas y repartir al mediodía copias en esténcil -la impresora de esas fechas- de los numeritos por equipos. Pues bien, el penúltimo día al ver el informe que le entregué, me dijo de memoria y sin dudar que había un 'hit' menos en la cuenta en uno de los jugadores de Bolívar. Al revisar las anotaciones, se llegó a la conclusión de que él tenía la razón.

SUS PRIMEROS PASOS


Histórica foto tomada en Emisoras Fuentes en la que aparecen (de izq. a der.): Ausberto Reynoso -de lentes-, un personaje no identificado, Josefina Pretelt de Urzola, Napoleón Perea Castro y Florentino Borbúa Del Castillo (Florentino Del Castillo).

En sus inicios fue programador musical, lector de noticias y presentador de los artistas en el radio teatro de 'Emisoras Fuentes'. Por allí pasaron cantantes nacionales e internacionales, de la talla de Pedro Vargas, Daniel Santos y Genaro Salinas. Igualmente, don Rafael Fuentes propició la creación de grupos musicales con los cuales se grabaron los primeros discos tropicales de 78 rpm en los estudios de 'Discos Fuentes', en el mismo edificio de la emisora. Así que también presentó a la legendaria 'Orquesta A No.1' del maestro José Pianeta Pitalúa, la agrupación de 'Pedro Laza y sus Pelayeros' y la orquesta 'Sonora Cordobesa', entre otras.

Poco después pudo darle rienda suelta a su pasión por el béisbol y el boxeo, su sueño desde niño. A su ingreso, 'Emisoras Fuentes' contaba con fuertes voces en la narración deportiva, que eran Marcos Pérez Caicedo †, Melanio Porto Ariza 'Meporto' † y Ausberto Reynoso -que además era el director artístico-. Como Marcos se fue para Barranquilla y Ausberto tomó los caminos de la radio en Medellín, Napoleón se convirtió en la voz de los deportes en Emisoras Fuentes al lado de 'Meporto', quien se dedicó entonces a los comentarios que lo hicieron tan famoso.

Posteriormente, como Napoleón había sido llamado a trabajar en Montería y Pereira, le tocó la oportunidad a Edgar Perea Arias de convertirse en narrador deportivo, quien había llegado en esos tiempos a Cartagena para trabajar en una empresa de Mamonal, pero con el padrinazgo de Ausberto Reynoso entró a 'Emisoras Fuentes', quien lo recomendó a Rafael Fuentes para las noticias. Pero al poco tiempo, también se fue para Barranquilla. Al regreso de Napoleón a Cartagena, retomó sin problemas el micrófono deportivo de 'Emisoras Fuentes' durante muchos años.

Las gentes cartageneras tenían en la mente -y aún lo piensan- que trabajar para una emisora radial era sinónimo de grandes ingresos, pero lo cierto es que los que estaban en nómina no tenían buenos sueldos. Por ello, los narradores, comentaristas y periodistas deportivos buscaban la manera de encontrar en otras ciudades las mejores condiciones económicas.

Eso explica la salida a otras capitales de Marcos Pérez Caicedo, Ausberto Reynoso, Napoleón Perea Castro y Edgar Perea Arias. Pero el boom económico para ellos se inició cuando aprendieron que lo bueno era comprar los espacios en las emisoras y comercializar ellos mismos la pauta publicitaria. Y -además-, lograr que los dueños aceptaran una propuesta que les quitaba muchos ingresos.

UN NARRADOR DIFERENTE


Napoleón Perea Castro y Edgar Perea Arias.

Napoleón fue un narrador diferente. Cuando lo hacía -por ejemplo- en el béisbol, en su cabeza rebullían al tiempo los 'line-ups' de los equipos, sus hazañas individuales, las reglas del juego, las estadísticas del torneo, el modo como el 'manager' encaraba el partido, y con todo eso era capaz de adelantarse a la estrategia que se utilizaría en cada jugada. Y -además-, cuando había errores, dictaminar qué regla debía aplicarse en cada caso en particular, haciendo más fácil la labor de sus comentaristas.

Tuvo a su lado a periodistas deportivos de la talla de Melanio Porto Ariza - 'Meporto'-, Antonio Piza -'Luis De Lucas'-, y Walberto Ahumedo Sierra, pero él siempre se adelantaba a los acontecimientos y les daba la pista para que hicieran sus acertados y profundos comentarios. No se trataba de minimizar a sus compañeros de transmisión, ni de decir que sabían menos que él -cualquiera que fuere, ya que era muy respetuoso de sus colegas-, sino que dada esa gran capacidad de análisis que tenía, le permitía ser una especie de director de orquesta y darle a cada uno la partitura que debía tocar.

Y como su lema era luchar para ganar, era un erudito en las reglas, historias y leyendas de los deportes, de tal manera que siempre tenía la última palabra. Todos sabemos que después de cada partido de béisbol, los programas deportivos de Cartagena se dedicaban a exponer sus puntos de vista sobre el error en la jugada, en la mala aplicación de una regla, en la falta o demora en el cambio de un bateador, así como en las mil situaciones que pueden presentarse en un juego de pelota. Pues, allí Napoleón Perea Castro era el máximo tribunal en quien la gente creía.

La mayoría de sus oyentes lo recuerdan por las frases y términos que se ingeniaba. Era también la época de Marcos Pérez Caicedo, uno de los más famosos y recordados locutores, quien había nacido en Calamar pero que se hizo como hombre de radio en Cartagena. El inventó frases como "situación Moroline", en que daba cuenta de un momento problemático en el juego y a la vez le dada propaganda a la brillantina para el cabello, aquella de 'entre la rubia y la morena'' que avisaba el momento en que el bateador tenía tres bolas y dos strikes y la de 'atravesar el Niágara en bicicleta' cuando el 'pitcher' tenía un mal momento.


Foto de la entrega a Napoleón Perea Castro del trofeo de Emisoras Fuentes -en donde se inició como locutor- por los 30 años de vida radial. Aparecen -de izquierda a derecha-, Walberto Ahumedo Sierra, Dairo Martínez, Napoleón Perea Castro, Roberto Oñoro -gerente de la emisora- y Carlos Crismatt Mouthon -parcial-.

Pero en el caso de Napoleón se trataba de retratar situaciones que también se podían trasladar a la vida diaria, de tal manera que les robaba a las gentes su manera de pensar, hablar y actuar, y luego se las devolvía en forma elaborada, logrando una mayor empatía y recordación. Es decir, que no inventaba simples frases publicitarias.

Hay que tener en cuenta que Napoleón nació en Torices, y que allí en sus primeros años se formó en el espíritu de la barriada, de tal manera que llevaba y vivía por dentro la idiosincrasia del pueblo cartagenero.

Esto se puede ilustrar con el cuento aquel de la señora poco agraciada que al pasar por la calle Larga en compañía de su pequeña hija recibe el piropo de 'adios extrabase'. La dama esboza una sonrisa, lo que le recrimina su hija acompañante diciéndole: -Mami, por qué te ries, acaso no has oído a Napoleón cuando dice que 'la bola pica y se extiende, a eso no le llega nadie, es un extrabase'.

Le dio nueva vida a la palabra 'tenderete', que usaba cuando uno de los equipos se soltaba a batear y a producir carreras, lo que en otros términos sería una 'palera'. Popularizó el nombre de 'los tractores' para el equipo de béisbol de Bolívar que participaba en los campeonatos nacionales. Al ron 'Tres Esquinas' -hijo putativo de Luis Sierra Sabalza cuando fue gerente de la Licorera de Bolívar- lo puso en la boca de los cartageneros con la frase publicitaria 'yo no me poncho, porque tomo Tres Esquinas'. Lo mismo que la de 'Ajibasco' -de su gran amigo Amín Díaz- en la que decía 'póngale Ajibasco y comásela toda' -la comida, por supuesto-.

Como dato adicional, Napoleón fue el primero que introdujo en cabina las estadísticas rápidas del juego. Para ello utilizaba un libro que había comprado en Estados Unidos, y que -por ejemplo- en el caso de los bateadores tenía desarrolladas en columnas las combinaciones de turnos al bate frente al número de 'hits', y al frente de cada combinación estaba el 'average'. Esto fue a finales de los años 60, cuando yo estudiaba en la Universidad de Córdoba y acompañaba a 'Toño' Sánchez en las trasmisiones del béisbol, así que hice una copia a mano del libro -no había fotocopias en la época- y también fuimos los primeros en utilizar las estadísticas en Montería.

UN ACCIDENTE INESPERADO


De izq. a der. Enrique Ceballos Brango, Antonio 'Maníaa' Torres y Napoleón Perea Castro.

Cuando ya tenía ganado un nombre en la ciudad, un accidente casi trunca su carrera radial. Un automóvil lo atropelló en la esquina de las calles Santa Teresa y Baloco, con la consecuencia de que una de sus piernas fue aprisionada contra el hidrante. Al llevarlo a la urgencia, el médico de turno logró coser los vasos y cortar la profusa hemorragia para estabilizarlo -por lo que pudo salvar su vida-, pero la gravedad del trauma en la rodilla le hizo pensar en una amputación.

Afortunadamente la familia se movió y se consiguió que el famoso cirujano ortopedista Carlos Manuel Esquivia Cortina † -primo hermano de mi papá- se pusiera al frente de la operación que necesitaba Napoleón -quien era a su vez primo de mi mamá-, con el feliz resultado de reconstruirle las articulaciones y salvar su movilidad.

Napoleón Perea puso toda su voluntad en la recuperación, hasta el punto que nunca se le vio cojear, y -por el contrario- hasta sus últimos días se reunía con sus viejos amigos para jugar sóftbol en el campo del Club de los Cangrejos en Crespo -después Club de Profesionales-, o 'tapita' en el solar de la casa de Carlos Ceballos -casado con Consuelo Fernández, hermana de su esposa- en la Boquilla. Y en esto también era bueno, y batallaba hasta el final, hasta que su equipo ganara.

Este grupo de amigos estuvo conformado -entre otros- por Amín Díaz †, los hermanos Rafael y Clímaco Mouthon †, Enrique Castro Coronel †, Joselo Baldiris, los hermanos Carlos y Enrique Ceballos Brango, Rafael Cuesta -esposo de Daisy Castro, prima de Napoleón-, Nicolás Martínez, Amaury Coronel y Alfredo 'Papi' Coronel †.

Para el sóftbol invitaban a algunas figuras del béisbol de Bolívar, como Humberto el 'Papi' Vargas, José 'Judas' Araújo y Carlos 'Pipa' Bustos. En este punto vale anotar la excelente relación de Napoleón con todas las viejas glorias del béisbol y del boxeo, a quienes siempre saludaba con las palabras 'campeón' o 'tigre'.

También asistían otros miembros permanentes que siempre los acompañaban, como el abogado Carlos Osorio Posada †, Hernando Pomares, Antonio 'Toño' Roa †, los hermanos Luis y Hernando Salazar, los hermanos Edgardo y Daniel Porras y el ingeniero civil Fernando Julio.

Ramón 'Varita' Herazo


Ramón 'Varita' Herazo.

Una historia particular e importante es la de Ramón 'Varita' Herazo -el inolvidable primera base de la selección Colombia campeona mundial-, quien al retirarse del béisbol se fue a trabajar en buques mercantes junto con otros deportistas cartageneros, como el boxeador Elías 'Dinamita' Lian.

En su último viaje hubo un incendio en la nave y muchos de la tripulación sufrieron quemaduras. Uno de ellos fue Ramón 'Varita' Herazo, quien salvó la vida pero con algunas deformaciones que se le notaban en parte del rostro y las manos. Con el dinero recibido como indemnización montó un bar en la calle Segunda de Badillo, el cual lo convirtió Napoleón desde su inauguración en el sitio de reunión -dos o tres veces a la semana, después de caída la tarde- con algunos de sus amigos.

De esa manera se le dio apoyo a Ramón, y de paso se convirtió en el mejor lugar para conocer o recordar los detalles de todas las memorables hazañas del béisbol y boxeo de Cartagena. Entre otras cosas, Ramón 'Varita' Herazo siempre hablaba de Rodrigo 'Rocky' Valdez como su ahijado.

Amín Díaz y Ajibasco

Igualmente, hay que resaltar el nombre de Amín Díaz, amigo de Napoleón hasta el final, desde los tiempos de la infancia en Torices. Recordemos que Amín heredó de su padre la fórmula y la marca del famoso picante 'Ajibasco', que es otra de las insignias de Cartagena. Y también el armador de los yates 'Alcatraz', que iniciaron con visos de modernidad el turismo hacia las Islas del Rosario.


Picante Ajibasco de Amín Díaz.

Pues bien, cada semana Amín Díaz se unía a los partidos de sóftbol en que participaban Napoleón y sus amigos. De esta relación de amistad, Napoleón no sólo consiguió el permanente patrocinio de las empresas de Amín Díaz, sino que popularizó la pauta publicitaria ya señalada de 'póngale Ajibasco y comásela toda'.

Aquí vale un dato adicional sobre el origen del 'Ajibasco', ya que según el excorresponsal de El Tiempo en Montería -el cartagenero Antonio 'Toño' Sánchez Charry- la receta fue creada por los monterianos Nurdín y Pedro Díaz. Después, hicieron un trato para repartirse los derechos, según el cual el que se quedó en la capital cordobesa siguió utilizando el nombre original de 'Tabasco', mientras que el que se vino para Cartagena lo bautizó como 'Ajibasco', que fue la herencia que recibió Amín Díaz de su papá.

También fruto de esta amistad de Napoleón con Amín Díaz, nació la idea de contratar a Juan Carlos Coronel para que amenizara los viajes de los yates 'Alcatraz'.

Juan Carlos era apenas un niño precoz en el canto, a quien esta oportunidad de enfrentar al público le sirvió para dar con firmeza los primeros pasos de su exitosa carrera profesional y entusiasmar a Eucario Bermúdez para aparecer en la televisión nacional en el programa 'Tierra Colombiana' -como se explica más adelante-.

SUS ÚLTIMOS AÑOS EN CARACOL

Primera foto: De izquierda a derecha, Carmelo Hernández Palencia, Napoleón Perea Castro -hacia delante- y Rafael Mouthon Barrios en una transmisión de 'Caracol'. Segunda foto: Napoleón Perea y Carmelo HernÁndez sentados en la Plaza de Toros La Serrezuela.

Los últimos años de Napoleón en la radio fueron con 'Caracol'. Primero estuvo en 'Radio Bahía', emisora de la familia Emiliani Román pero afiliada a esa cadena, en donde alternó con Carmelo Hernández Palencia y Rafael Mouthon Barrios.

Y finalmente en 'Radio Reloj', que fue fundada por Julio Cantillo Nájera, un pionero de la radio en la costa Caribe y muy amigo de Napoleón, quien lo convenció para irse a trabajar con él cuando estaba en la Matuna, frente al parque del Centenario. Después, 'Radio Reloj' pasó a manos de 'Caracol' e instaló sus estudios en la calle de la Cruz.

En este período de 'Radio Reloj' le fue ofrecida la gerencia por las directivas nacionales, y Napoleón aceptó por el compromiso que tenía con la cadena, que lo había apoyado en sus transmisiones internacionales de béisbol y de boxeo. Sin embargo, continuó con su programa 'Ecos del Deporte', cuyo tiempo tenía arrendado.

Contó con el apoyo de Julio Pombo, uno de sus buenos amigos, expelotero e instructor de deportes del Sena, quien compartía el tiempo con Napoleón, y lo cubría cuando estaba fuera de la ciudad. En los años 70 y 80 también tuve la oportunidad de acompañarlo en el programa, haciendo comentarios, llevando estadísticas y realizando análisis de los torneos de béisbol y del boxeo local y mundial.


De izquierda a derecha, Teófilo De Ávila Camacho, Napoleón Perea Castro y José Luis Mendoza Padilla.

Para esa época igualmente se vinculó a la emisora el ahora consagrado comentarista deportivo Eugenio Baena Calvo, en quien Napoleón vio desde el primer momento un gran potencial, especialmente por las completas entrevistas que éste les hacía a deportistas nacionales y del exterior, campo en el que comenzaba a equipararse con Fabio Poveda Márquez.

Otro periodista que tuvo sus inicios en 'Radio Reloj' fue Carlos Mouthon Lorduy, quien posteriormente fuera durante más de 20 años el director del noticiero de 'RCN' en Cartagena, bajo la dirección nacional de Juan Gossaín. Sus primeros pasos fueron en un programa que hacía como estudiante de derecho de la Universidad de Cartagena, y después pasó a un noticiero llamado 'La semana en Pocas Palabras'. Aunque la familiaridad hizo posible el primer encuentro, Napoleón le dio su apoyo porque sabía de sus capacidades como comunicador y de la convicción de sus ideas.

Por la visión que tenía Napoleón de la radio comercial, logró poner a 'Radio Reloj' en los primeros lugares de sintonía. Como esta era una emisora de las llamadas 'relojeras', en las que la música y el anuncio de la hora eran el pilar de la programación de 24 horas, una de sus primeras decisiones fue poner 'éxitos y solamente éxitos'. Su criterio era que si a las gentes les gustaba la música que estaban en el primer lugar, pues había que ponérsela.

Cuando algunos nuevos talentos de la música le pedían su apoyo para promocionar su carrera, lo primero que les preguntaba era el reportorio que utilizaban. Y cuando alguno le decía que cantaba composiciones propias e inéditas, enseguida le decía que un cantante que nadie conocía, cantando una canción que nadie conocía, no llegaba a ninguna parte. Canta éxitos y verás que tienes éxito, les aconsejaba.

Después de dejar su labor de gerente de 'Radio Reloj', hubo personas interesadas en dañar su reputación ante Caracol en Bogotá. Y es que así como era apreciado por la amplia afición al deporte en Cartagena, también existían otros personajes -entre ellos algunos colegas, que es mejor olvidar- que no aceptaban el éxito de Napoleón. Aunque personalmente no lo demostraban, a sus espaldas hablaban mal de él y hasta hubiesen pagado para verlo fracasar. Como él mismo decía, 'esas son cosas de la vida'.

Se trató de la compra de un carro en la agencia de un amigo de Napoleón, que personalmente le ayudé a seleccionar, ya que a él no le gustaba manejar. Fui testigo de la negociación, que fue por un canje de publicidad en su programa de deportes, que tal como se anotó tenía el espacio en arrendamiento, y por lo tanto era el dueño y quien cobraba la pauta publicitaria.

Pues bien, alguien de la emisora trató de jugar sucio y lanzó el chisme que Napoleón se había quedado con un carro que supuestamente se había comprado con plata de la emisora. Fue un momento de tensión, pero como el que nada debe nada teme, Napoleón pudo aclarar el asunto y dejar como embusteros a quienes cegados por la envidia trataron de hacerle un daño en su mayor activo: la credibilidad.

LA GENTE DE LA RADIO



Napoleón Perea Castro -con el micrófono en la mano- entrevista a un ciclista patrocinado por Radio Bahía, en donde laboró mucho tiempo. Le acompañan su voz comercial -a su derecha- y el técnico Antonio 'Toño' González -a su izquierda-.

Cartagena es una ciudad en donde han nacido o se han formado los mejores exponentes de la narración y el comentario en el campo del béisbol y el boxeo.

En el caso de Napoleón, le tocó compartir con varias generaciones de la radio deportiva. Ya dijimos que cuando ingresó a Emisoras Fuentes ya estaban en la narración y el comentario deportivos Marcos Pérez Caicedo †, Melanio Porto Ariza 'Meporto' † y Ausberto Reynoso. Posteriormente llegó Edgar Perea Arias.

Luego apareció otro grupo, del que se recuerdan las voces de Esteban Páez, Teófilo De Ávila Camacho y Carmelo Hernández Palencia, para culminar con Luis Alberto Payares Villa, Armando López Buendía, Campo Elías Terán Dix y Emiro Bertel Torrente.

Dentro del conjunto de los comentaristas, se deben destacar los nombres del ya mencionado Melanio Porto Ariza 'Meporto' -quien primero fue narrador-, de Fabio Poveda Márquez, de Antonio Piza -'Luis De Lucas'-, de Rodolfo Martínez 'Romar', de José Luis Mendoza Padilla, de Walberto Ahumedo Sierra -quien luego se convirtió en narrador- y de Eugenio Baena Calvo.

Pero también hay que destacar los nombres de algunas de las voces comerciales que acompañaron a Napoleón en el mayor trayecto de su carrera. El primero, es Jaime Méndez Galindo -más conocido como 'Jimmy' Méndez-, quien además fue maestro de ceremonias en los reinados de belleza y es destacado publicista de medios. Precisamente, con Napoleón y 'Jimmy' Méndez tuve la oportunidad de compartir cabina en el campeonato nacional de béisbol de 1968 en Montería. Otro, es Víctor el 'Piropero' Prieto Castro, también de amplia trayectoria en Medellín en las transmisiones de fútbol.

Y quizás el más recordado es José 'Pepe' Fayad, que a su impactante voz le unía la capacidad creativa y una chispa para las improvisaciones, como una vez que después de la seis de la tarde no se podían encender las luces del estadio 11 de Noviembre y sin pensarlo dos veces se puso a cantar al aire el tango 'A media luz', en la estrofa que dice: 'Y todo a media luz, / que es un brujo el amor, / a media luz los besos, / a media luz los dos'.

También se debe mencionar el nombre de Antonio 'Toño' González, quien fue el técnico de radio que le hizo los 'remotos' de sus transmisiones en Cartagena. En los primeros tiempos no existían las facilidades de conexión de la actualidad y debían utilizarse los pares telefónicos, que los técnicos llamaban 'línea de 500'. Por lo general, la empresa telefónica proveía el par, pero muchas veces no había disponibilidad y debía recurrirse a prestar una línea de una casa vecina al lugar. Además, debía llevarse una caja para el 'remoto', que permitía conectar el micrófono y llevar la señal hasta la emisora. Napoleón no se preocupaba de nada de eso, ya que sabía que 'Toño' resolvía cualquier inconveniente.

Igualmente hay que anotar a Saúl Caballero, quien laboró como director artístico de Radio Reloj en su época de la calle de la Cruz, ya que era un celoso guardián de la mayor parte de las actividades de la emisora.

Hubo otros hombres de prensa y radio muy allegados, como Guillermo Baena Sosa, Guillermo Guerrero Ramos -'Don G'-, Ramón Ortiz -profesor de radio en la academia de 'Mister' Monroe-, Hernando Barrios Vives, Rafael Herrera Rangel, Adelmo Jiménez, Antonio Andraus Burgos, Marcos Molina Montes -'Mármol'- y Miguel Polo Sarabia. De todo este grupo -que no se ha mencionado completo-, hay que resaltar los nombres de tres de sus grandes amigos, también desaparecidos.

Melanio Porto Ariza

Dentro de la gente de la radio que tuvo parte importante en la trayectoria de Napoleón, hay que mencionar de primero a Melanio Luis Porto Ariza, 'Meporto', quien fue su primer comentarista en las transmisiones de béisbol y boxeo en Emisoras Fuentes.

Aunque 'Meporto' fue también narrador antes que Napoleón, se decidió después a dedicarse a los comentarios en las transmisiones deportivas, a su programa 'Aquí los Deportes' y a las columnas de opinión en 'El Diario de la Costa'. Y a pesar de que en diferentes momentos de sus vidas profesionales estuvieron separados, Napoleón volvió a contar con Melanio en su último trecho en la radio.

Melanio Porto no tomaba licor, ni fumaba. Tenía dos vicios, los gallos y el 'Menticol', una loción verde y refrescante fabricada en Cartagena que usaba para aliviar el calor y lo que él llamaba sus 'tarantas'.

Durante algunos años acompañé a Napoleón y a Melanio a Barranquilla -viajábamos en mi Jeep verde largo-, para asistir a las veladas nocturnas de boxeo de los viernes en el Coliseo Humberto Perea. Durante el viaje, Melanio se sentaba en el medio del puesto trasero y vigilaba en todo momento la velocidad, pero afortunadamente mi manejo fue siempre de su agrado y nunca le tocó utilizar el 'Menticol' en nuestros recorridos, ya que se sentía muy cómodo y viajaba sin sobresaltos, por lo que nunca le dio una 'taranta'.

'Meporto' construyó con Napoleón una relación de compañerismo y respeto, a pesar de tener formas diferentes de pensar y de ver la vida. Aunque Napoleón era más fiestero y le gustaba tomar, Melanio nunca tuvo una recriminación en este sentido para su dúo dinámico. Muchos no entendían cómo dos polos opuestos pudiesen llevarse con tal grado de armonía. Y todo eso se traducía en los mayores índices de sintonía que cualquier transmisión o programa radial hayan tenido en Cartagena.

Otra situación curiosa era que los dos tenían una memoria privilegiada para recordar hechos, fechas, jugadas, récords y detalles, pero con la particularidad de que cada uno sabía qué terrenos del otro no debía invadir.

Aunque se decía que lo que Melanio no sabía lo inventaba, tampoco recuerdo de alguna acotación despectiva de Napoleón sobre el particular. Por el contrario, siempre recordaba algunas frases geniales de 'Meporto' que merecen transcender en el tiempo. Como aquella del momento de angustia de los asistentes al coliseo 'Nuevo Panamá' en la pelea en que 'Pambelé' ganó en título mundial, cuando dijo después del triunfo: 'escuchen el silencio'. Por cosas de la vida, esa pelea no la comentó al lado de Napoleón.

Es decir, que el mutuo respeto y amistad que se profesaban, el profesionalismo en sus actuaciones y cercanos lazos familiares que 'Meporto' siempre recordaba, les permitió crecer sin descanso en sus respectivas carreras, ya que ambos se complementaban. Todo eso pude verlo y sentirlo en los muchos años en que estuve cerca de ellos en sus trajines radiales. Melanio Porto Ariza murió el 12 de noviembre de 2000.

Fabio Poveda Márquez


De izquierda a derecha: Sergio Víctor Palma -entonces campeón mundial pluma junior de la AMB-, Napoleón Perea Castro y Fabio Poveda Márquez.

Otro gran amigo y colega en la vida profesional de Napoleón fue Fabio Poveda Márquez. Recordemos que Fabio inició su carrera de radio en Cartagena, en donde la frase de combate de su programa deportivo era 'ladran Sancho, señal que cabalgamos', para indicar que estaba pegando en la sintonía de los cartageneros.

Desde esos primeros tiempos se fue asentando una profunda amistad entre estos dos colosos del periodismo deportivo. Y aunque después Fabio se mudó a Barranquilla para buscar mejores horizontes -tal como sucedió-, los encuentros entre ellos eran frecuentes, ya fuera por razones de trabajo, o porque cada uno se echaba la escapada para visitar a su 'compadre', ya que lo eran y así se trataban.

Aunque para diferentes medios, Napoleón y Fabio cubrieron al tiempo los más importantes eventos del béisbol y boxeo de Colombia.

Como dato histórico, ellos estuvieron en Panamá el 28 de octubre de 1972 cuando Antonio Cervantes 'Kid Pambelé' ganó el primer título mundial de boxeo para nuestro país. Y el casete con la grabación de esa pelea se lo entregó Napoleón a Fabio, el cual es el origen del sonido del último 'round' que tanto se ha repetido durante estos últimos cuarenta años. Fabio Poveda Márquez murió el 18 de mayo de 1998.

Guillermo Baena Sosa

Un tercer personaje de la radio que debemos mencionar en la vida de Napoleón, es Guillermo Baena Sosa, un periodista integral que las gentes de la ciudad aún recuerdan por el programa ¿Qué hace usted por Cartagena?, que hacía con el apoyo de su hermano Rubén Baena Sosa y de su hijo 'El Junior' Baena Cabanillas. El 'Guillo' -como era llamado por sus allegados- abarcó todos los géneros que un reportero puede imaginar. Hizo entrevistas memorables, como las dos a Juan Carlos de Borbón en Cartagena, la primera cuando era cadete naval, y la segunda cuando era Rey de España. Cubrió boxeo, béisbol, fiestas de 11 de noviembre, reinados de belleza y todo lo que para él era noticia.

Por lo menos una vez a la semana Napoleón llegaba a 'Prensa Norte', el cuartel de mil batallas de Guillermo Baena en la calle de Don Sancho, en donde se hacían memorables tertulias con diferentes amigos. Uno de los más importantes asistentes lo fue el escritor Héctor Rojas Herazo, quien en esos tiempos escribía 'Celia Se Pudre'.

En el fondo Napoleón y el 'Guillo' tenían gustos similares y una pasión extraordinaria por la profesión que ejercían. Además, se tenían un respeto mutuo, pues cada uno reconocía abiertamente las calidades que habían demostrado durante tantos años de oficio. Igualmente, el pueblo cartagenero les profesaba a los dos un gran cariño y admiración, ya que su lenguaje y sus actitudes en la radio llegaban directamente a sus corazones.

Recordemos que Guillermo Baena también fue un creador de frases que sobreviven al paso del tiempo, como aquellas en que mandaba a 'peinar icoteas' o a 'corretiar iguanas en el aeropuerto' a los funcionarios ineptos.

LAS VELADAS DE NAPOLEÓN

Napoleón tuvo una gran atracción por la cultura mexicana, y era fanático de las películas de Mario Moreno, 'Cantinflas', con quien tuvo la oportunidad de compartir en su visita a Cartagena en un Festival de Cine. Otro de sus ídolos fue Jorge Negrete, en sus dos facetas de actor y cantante.

Con la llegada del 'betamax' a Cartagena le regalé una cinta con la grabación que hice de un documental sobre la vida y obra de este artista, y le gustó tanto que lo reproducía obligatoriamente durante las veladas con sus familiares y amigos -a veces con un '¡otra vez!' por parte de algunos de los asistentes-.

En estas veladas eran invitados permanentes Enrique 'Chiqui' Fernández † y su sobrino Alejandro Paéz Fernández, quienes acompañaban con sus violines a los espontáneos cantantes.

Algunos amigos que se atrevían a cantar en esas veladas fueron Yamil Guerra Revollo, Alfredo el 'Papi' Coronel, Enrique Castro Coronel, Clímaco y Juan Mouthon Barrios, Sara de Martínez -la esposa de Nicolás Martínez-, y el mismo 'Chiqui' Fernández, quien hacía un 'show' adaptando las letras de canciones tradicionales y festivas para darles un doble sentido picaresco.

También asistían personajes del béisbol, entre ellos Antonio 'Manía' Torres y 'Clemo' Haydar.

Juan Carlos Coronel


Napoleón Perea Castro y Juan Carlos Coronel. Imagen tomada de un video casero en el cumpleaños de Napoleón en 1975.

No sería exagerado decir que el primer 'fan' que tuvo Juan Carlos Coronel se llamaba Napoleón Perea Castro. Por ser hijo de su amigo y familiar Alfredo el 'Papi' Coronel, desde muy niño Juan Carlos era asistente a las reuniones que hacía Napoleón.

Uno de los primeros pasos importantes en la carrera artística de Juan Carlos se dio por el apoyo de Napoleón. Lo primero fue venderle la idea a Amín Díaz que el presentar a Juan Carlos en los recorridos turísticos de sus yates 'Alcatraz' atraería aún más a los turistas que llegaban a Cartagena en busca de entretenimiento de calidad.

Dada la gran amistad que tenían desde jóvenes Amín y Napoleón, fue fácil lograr este acuerdo que permitió que el nombre de Juan Carlos Coronel comenzara a tener peso y recordarse dentro del ambiente artístico de la ciudad. Sorprendía a los visitantes que un niño como él fuera capaz de cantar con tanta fuerza y calidad vocal, atacando las notas altas con una engañosa facilidad.

Muy pronto el nombre de Juan Carlos se hizo popular y era llamado para otras presentaciones. Recuerdo una de sus primeras apariciones como cantante de orquesta en el desaparecido 'Club Guanipa' del barrio de Crespo, causando asombro y generando nutridos aplausos entre los asistentes.


De izquierda a derecha, Enrique Castro Coronel, Alfredo el 'Papi' Coronel y Napoleón Perea Castro.

Pues bien, a una de las famosas veladas de Napoleón asistió Eucario Bermúdez -compañero de radio en la emisora matriz de Caracol en Bogotá-, quien tuvo la oportunidad de conocer a Juan Carlos y al 'Chiqui' Fernández. Al día siguiente Eucario fue invitado por Amín Díaz a un viaje en el yate 'Alcatraz', en donde Juan Carlos cantaba en vivo acompañado de una pequeña orquesta. Al final, Eucario se emocionó tanto que invitó -como ya se dijo- a Juan Carlos Coronel a participar -acompañado con el violín del 'Chiqui' Fernández- en su programa de televisión 'Tierra Colombiana'. Fue su primera aparición a nivel nacional, que lo llevó después al éxito de 'Patacón pisao' con el 'Nene y sus Traviesos'.

Todavía conservó una copia de una grabación en video realizada en esos tiempos. Posteriormente, como agradecimiento, Juan Carlos Coronel incluyó en su disco 'Les Salió General' una adaptación realizada por Napoleón Perea Castro de la ronda infantil 'Mariquita Pérez'.

Antonio Cervantes Reyes 'Kid Pambelé'


En la casa del fallecido narrador deportivo Napoleón Perea Castro, aparecen el entonces campeón mundial de los pesos welter junior, Antonio Cervantes "Kid Pambelé" y Napoleón simulando un golpe a la barbilla -atrás Enrique Ceballos-. Año 1975.

Antonio Cervantes Reyes "Kid Pambelé" y María Fernanda Crismatt, hija del autor. [Foto autografiada de Abril 15 de 1975].

Para todo ese grupo de jóvenes boxeadores y peloteros que se formaron en Cartagena, el 'Napo' -como le decían- era todo un ídolo. Y Antonio Cervantes no fue la excepción, así que durante los primeros años de su reinado cada vez que llegaba a Cartagena -ya fuera por un combate o por visitar a sus familiares-, una visita obligada era la casa de Napoleón Perea para asistir a algunas de las veladas de las que tanto hemos hablado.

Como en esos años su actividad en el ring fue muy prolífica -10 defensas en 3 años de reinado-, no le permitió participar al mismo ritmo de los otros asistentes, por lo que como mucho probaba un 'whisky', hablaba, oía música, comía y se retiraba temprano.

Lástima que esta conducta ejemplar de los primeros tiempos no le demorara mucho.

Pero sí hay que resaltar la camaradería con que Napoleón trataba a 'Pambelé', quizás sin pensar tanto en que era el campeón del mundo de los welter junior, sino en su calidad humana que hoy pocos le reconocen, tal vez por los excesos en el alcohol y la droga de que se han ocupado los medios durante tantos años.

Durante sus visitas, Napoleón y 'Pambelé' recordaban muchos pasajes sucedidos en sus viajes. Y de estas conversaciones nunca escuché que 'Pambelé' dijera que 'es mejor ser rico que pobre', una perogrullada que se la creen los nuevos periodistas y es pregunta obligada para el sexagenario excampeón, que con mucha sabiduría les responde: 'sí, es mejor ser rico que pobre'. Y con eso se van convencidos que 'Pambelé' les confirmó que era el autor de la frase.

En cambio, sí es cierto que el día antes de la pelea por título mundial en 1972, 'Pambelé' y Napoleón se pararon frente a una tienda con unos apetitosos pudines decorados con crema, y el primero dijo: 'lo que es la vida 'Napo', antes no tenía plata para comprarlos, y ahora que la tengo no puedo, porque me subo de peso'.


En la Convención de la A.M.B. realizada en Cartagena en 1978, aparecen de -izquierda a derecha- Antonio Andraus Burgos, Napoleón Perea Castro, Fernando Mandry Galíndez -presidente de la A.M.B.- y Antonio Cervantes 'Kid Pambelé' -entonces campeón mundial de los pesos welter junior-.

En la foto aparecen -de izq. a der.- 'Napito' Perea Fernández, el entonces campeón mundial de los pesos welter junior Antonio Cervantes "Kid Pambelé" y Javier Crismatt Mouthon.
Año 1975.

Sentados en la terraza de la casa del fallecido narrador deportivo Napoleón Perea Castro, aparecen, entre otros, el entonces campeón mundial de los pesos welter junior, Antonio Cervantes "Kid Pambel&eqacute;", y al fondo -de izquierda a derecha- Daniel Porras, Víctor Julio, Enrique Castro Coronel y el autor de estas páginas Carlos Crismatt Mouthon [a la extrema derecha, con gafas]. Año 1975.

Carlos Crismatt Araújo

Una de las personas que tuvo una relación de toda una vida con Napoleón fue Carlos Crismatt Araújo, mi papá. Como ambos nacieron en Torices y mi mamá era prima de Napoleón, tuvieron la oportunidad de iniciar una gran y sólida amistad, a pesar de que mi papá era mayor que él.

En los primeros años de la actividad radial de Napoleón fue un gran soporte, y además cómplice de muchas de las aventuras que emprendió para consolidar su carrera profesional en la radio.


Foto en el barrio de Torices en donde aparecen -de izquierda a derecha- Enrique Castro Coronel, Napoleón Perea Castro, Carlos Crismatt Araújo, Iris María Crismatt Mouthon -muy niña-, Iván Perea Castro y Clímaco Mouthon Barrios. De espaldas, 'Mamundo' Olivo.

En los años en que a Napoleón le tocaba presentar a los artistas en el radio teatro de 'Emisoras Fuentes', al terminar la programación llevaba a algunos de ellos a la casa de la familia en Torices, en donde contaba con mi papá y mis tíos Rafael, Clímaco y Juan Mouthon Barrios para hacerles una atención y pasar un resto de noche divertida.

Recordemos que eran los tiempos de la Cartagena sin sitios públicos para el esparcimiento, y que -por ejemplo- ante la falta de discotecas los jóvenes debíamos hacer las fiestas con tocadiscos en la propia casa.

Cuando ambas familias nos mudamos para Crespo, continuó esa relación y era frecuente que Napoleón asistiera regularmente a la casa de mi papá, y viceversa. Y cuando regresé a Cartagena después de terminar mis estudios profesionales, hubo un cambio de tercio y me convertí en el compañero de Napoleón, quien desde pequeño me llevaba a 'Emisoras Fuentes' -como anoté antes-, e incluso me dio trabajo para ganarme mis primeros 'chivos' como portero del Radio Teatro.

LAS ANÉCDOTAS DE NAPOLEÓN

Su amor por Cartagena no tenía límites. Su trabajo le llevó a viajar por muchos rincones del mundo, pero nunca se demoró un día más después de terminar la transmisión para regresar a casa. Incluso fue llamado de Montería y de Pereira para continuar allá su carrera radial, pero todo fue en vano, ya que al poco tiempo Napoleón estaba de vuelta. Ese era el 'homesick' -la nostalgia de la tierra- de la que siempre hablaba.


Testimonio de agradecimiento de 'La Cabalgata Deportiva Gillette' a Napoleón Perea Castro, otorgado en 1970. La 'Cabalgata' fue iniciada en Estados Unidos por 'Buck' Canel en 1936 con la narración de una Serie Mundial de Béisbol. Después, la emisora Nuevo Mundo creó a la 1:00 p.m. el espacio deportivo del mismo nombre para los afiliados a la cadena 'Caracol'.

Era un gran conversador, que matizaba su charla con miles de chistes y situaciones graciosas que nunca se le olvidaban. Eso le permitió ganar muchos amigos en las grandes empresas que lo apoyaban publicitariamente. A Napoleón le bastaba hacer unas llamadas telefónicas para concretar una transmisión, ya fuera de una pelea de boxeo en el exterior o de un campeonato de béisbol en Colombia.

Tenía además la gracia para contar hasta los chistes más tontos y despertar las carcajadas, como aquel del amigo que se durmió en la parranda y le untaron excremento en el bigote. Cuando se despertó y sintió el olor, pasó por diferentes lugares para ver si desaparecía, pero al volver a oler y sentir que el desagradable hedor no se quitaba, gritó desesperado mirando al cielo: 'Dios mío, se han cagado en el mundo'.

Lo mismo hacía con anécdotas de su vida, como aquella de su viaje de Bogotá a Cartagena, ¡que terminó en Medellín! En corto, resulta que después de una transmisión deportiva en Bogotá los amigos de la emisora lo llevaron al aeropuerto para tomar el vuelo a Cartagena, pero mientras esperaban que llamaran al embarque -los muelles de pasajeros no existían en la época del relato- se tomaron unos buenos tragos. Después de subir al avión como a las 8 de la noche, Napoleón se quedó dormido en su silla y cuando arribó a Cartagena nadie se dio cuenta que se debía bajar allí, por lo que la nave siguió su recorrido hacia Medellín con él a bordo.

La parte chistosa era cuando comenzaba a relatar que la azafata lo llama y le dice que ya llegaron, pero su sorpresa es grande cuando ve que está desembarcando en el viejo aeropuerto de Medellín -tampoco existía el de Rionegro-, y su angustia era mayor al saber que no llevaba plata en el bolsillo. Como tampoco eran tiempos de los celulares -había que llamar a larga distancia-, ni de las tarjetas de crédito y débito, ni de los cajeros automáticos -los giros se hacían por la Caja Agraria-, le tocó el proceso de ablandar a la representante de la aerolínea para que le fuera autorizando: primero, un pasaje de regreso a Cartagena al día siguiente; segundo, el alojamiento de esa noche; tercero, la cena y el desayuno; y cuarto, ¡la plata para los taxis!

Otra historia que siempre contaba, fue la del día que quiso pegarle a Bernardo Caraballo. Todo comienza por una plata que Napoleón le prestó al 'Benny', pero éste siempre le daba vueltas para pagarle. Cada vez que se encontraban, había una disculpa: que mañana, que pasado mañana, que la otra semana. Hasta que un mediodía -antes de llegar al programa deportivo- lo vio parado en el Portal de los Dulces y le recordó un poco enfadado la deuda que tenía. Como Bernardo lo saludó con su eterna sonrisa, Napoleón la tomó como una afrenta y decidió darle un recto de derecha en la barbilla. Cuando creyó que ya lo tenía a la distancia perfecta y que iba a la fija, tiró su golpe, pero muy ágilmente Caraballo lo eludió, enseguida agarró a Napoleón por la espalda y le dijo suavemente al oído: -¡cálmate Napo!

Luego se rieron, se abrazaron y se fueron juntos para la emisora.

Ni la familia se salvaba de los cuentos de Napoleón. Uno de sus preferidos era el de su tío Fernando Castro -conocido por sus amigos como 'Pirunda'-. Un día en que amaneció 'sin cinco', se le ocurrió salir del paso vendiéndole a Rafaela Luisa Castro -la mamá de Napoleón- un reloj último modelo que era automático -no había que darle cuerda- y que estaba protegido de la rotura del eje de volante -el mal de esos relojes- mediante un nuevo sistema llamado 'Incabloc'.

La conversación se desarrolló más o menos así: -Rafa, te vendo este reloj que es último modelo. -Ferna, pero ¿yo que voy a hacer con eso? -Hay Rafa, pero no ves que es Incabloc. -Sí, pero, ¿qué es eso de Incabloc?

Como Fernando no tenía otro argumento para la venta, le respondió: -Hay Rafa, tu sí sabes, Incabloc es... ¡Incabloc!

Y hasta su mamá -Rafaela Luisa-, también hacía parte de sus historias. El refería que una vez ella fue invitada a Estados Unidos por su hija Olga, que vive allá.

Una mañana en que Olga y su esposo salieron juntos, se le ocurrió a Rafaela Luisa hacerle una limpieza a la casa, por lo que sacó con la muchacha los muebles de sala y comedor al antejardín, y armadas de aspiradora, escobas, traperos y limpiones iniciaron su tarea.

Cuando Olga regresó al mediodía y entró a la casa, las encontró en plena actividad de aseo, pero ¡ninguno de los muebles de sala y comedor!

Cuando preguntó aterrada qué había pasado con los muebles, Rafaela Luisa le contó que los habían puesto en la entrada de la casa para dejar espacio para la limpieza. Entonces Olga le dijo a su mamá: -Ay mami, aquí la costumbre es que cuando alguna cosa se pone en la puerta de la calle, ¡es para que la gente se las lleve!


Publicación de El Tiempo el 3 de marzo de 1974 sobre el resultado de la pelea entre 'Pambelé' y el surcoreano Chang Kill Lee en la sexta defensa del título mundial welter junior.

Otra anécdota familiar fue con Alfredo el 'Papi' Coronel -el papá de Juan Carlos Coronel-, quien acompañaba a Napoleón en frecuentes actividades comerciales. Todo sucedió con la pelea mundialista de 'Pambelé' frente a Chang Kil Lee en 1974 en la plaza de toros Cartagena de Indias, que era promovida por Julio Guerrero -otro de los grandes amigos de Napoleón-. Julio le dio a Napoleón la franquicia para el servicio de comidas y bebidas durante la pelea, y el socio de éste era el 'Papi' Coronel, quien se encargaba del control de los vendedores y de los productos.

El día de la rueda de prensa con 'Pambelé' y Julio Guerrero en el 'Hotel Americano' de Cartagena, varios amigos y colegas acompañábamos a Napoleón, entre ellos el 'Papi' Coronel. La verdad fue que asistieron pocos periodistas a la reunión -Juan Gossaín, 'Meporto' y Napoleón eran los más importantes- y las preguntas fueron escasas.

De tal manera que el 'Papi' Coronel aprovechó la oportunidad e hizo tres preguntas -mejores que algunas de las realizadas-, tras lo cual Juan Gossaín se volteó a ver a Napoleón y le preguntó -¿quién es ese periodista? Napoleón le contestó con su 'mamadera de gallo' que era ¡el que iba a vender las empanadas en la plaza de toros el día de la pelea!

Igualmente, como era aficionado a la pesca, Napoleón era de los que se embarcaba a media noche para que la madrugada lo cogiera en el lugar que había seleccionado. Y como todo pescador profesional, sabía cuáles eran los mejores sitios de acuerdo con la temporada del año, aunque -por si las moscas- nunca dejaba de consultarles a los veteranos de la Boquilla, Bocachica, las Islas del Rosario y el archipiélago de San Bernardo -en este último su hermano Iván tenía una propiedad en la isla Múcura-.

Pues bien, en medio de la oscuridad y la soledad del mar abierto, son muchas las historias que hay que contar para matar el tiempo. Y en una de esas largas esperas apareció el cuento de la 'potala' -la piedra atada a una cuerda que se tira al fondo del agua para que la nave no se mueva, como si fuera un ancla-. Narraba la historia de aquel muchacho a quien su papá lleva a pescar -siendo los dos únicos pasajeros-, pero que en todo el viaje lo que hace permanentemente es fastidiarlo dándole órdenes para navegar en el bote: enfila por aquí, dobla por allá.

Una vez llegados al punto de pesca, el papá le dice que 'tire la potala' y se pone a pescar él solo. Como la pesca es mala, el papá le pide ahora que 'jale la potala' y que se dirija a otra posición. Cuando llegan, nuevamente le solicita que 'tire la potala'. Esto se repite varias veces, hasta que el muchacho -bien aburrido- no resiste más, y expresa en voz alta: '-Ni tiro más potala, ni jalo más potala, y me doy puño con cualquier hijuetantas en este bote'.

Genaro Salinas


Carátula del disco 'Adios para siempre' del cantante mexicano Genaro Salinas.

Napoleón también recordaba su anécdota con Genaro Salinas, uno de los excelentes y prestigiosos cantantes de la vieja guardia, de quien se decía que 'tenía una voz bella y robusta como la de Beniamino Gigli, musical como la de Tito Schipa y tan rica, expresiva y poderosa como la de Enrico Caruso'. Vino a cumplir un contrato artístico en Cartagena casi al final de una vida tormentosa.

Se hizo a un gran nombre en la Argentina, país que lo acogió después de ser prácticamente expulsado de México -su tierra natal- por sus propios colegas. En el país del tango se había casado con la cantante chilena Malena de Toledo -a quien le compusieron el célebre tango con su nombre- y con ella tuvo dos hijos.

Su éxito en la Argentina fue impresionante, hasta el punto de que su carrera como bolerista estuvo por encima de la de los locales Leo Marini y Hugo Romani.

Pero luego se enamoró de la artista de teatro Zoe Ducós, quien lo abandonó y viajó a Venezuela durante la dictadura de Pérez Jiménez. Allí se casó primero con el actor Héctor Hernández Vera y después con Miguel Silvio Sanz, uno de los directores de la funesta policía de la época.

Por ello, Genaro salió derrotado de Argentina para México, pero otra vez tuvo problemas con sus colegas y finalmente emprendió el rumbo a Venezuela, pero ya en franca decadencia y dedicado a la bebida.

Fue en ese periplo final que Genaro Salinas llegó a Cartagena, y entre él y Napoleón -éste en plena juventud- surgió una gran afinidad. Por eso, aprovechando que Napoleón tenía unos días libres decidió prolongar su estadía en la ciudad heroica. Pero eso sí, con la condición de reunirse todos los días con los amigos a charlar con buena música y al calor de unos 'whiskys'.

Los tres primeros días pudieron cumplir el trato, pero al cuarto Napoleón tuvo que decir en su casa que cuando Genaro tocara la puerta le dijeran que había tenido que viajar de urgencia. Fue la única vez que Napoleón aceptó sin reservas que había sido derrotado. Y fue también la última vez que vio a Genaro Salinas, ya que partió hacia Venezuela y allí fue asesinado el 28 de abril de 1957 cuando contaba con 37 años de edad, presuntamente por Miguel Silvio Sanz, el marido de Zoe Ducós.

Walter Denis

Y en esto de la música, hay que anotar que mucho después de la época del radio teatro de 'Emisoras Fuentes', la mayoría de los artistas llegaban a Cartagena por gestión del cantante y empresario colombo-argentino Walter Dennis †, quien manejó durante muchos años los espectáculos de los hoteles 'Caribe' y 'Americano', y del 'Casino del Caribe'. Su verdadero nombre era Hugo Rosales, y fue el padre de la exreina de belleza de Bolívar, Mercedes Rosales Dáger.


De izquierda a derecha, Napoleón Perea Castro, Walter Denis y el escritor Héctor Rojas Herazo.

Walter fue un amigo entrañable de Napoleón Perea, y cada vez que un cantante se presentaba en Cartagena, ellos con un grupo de amigos se encargaban después del 'show' de hacerle grata su estadía en la ciudad.

De las ocasiones en que los acompañé, recuerdo ahora las de dos colombianos: Alberto Osorio -el de 'Que se mueran de envidia' y 'Que me castigue Dios'- y Mario Gareña -el autor de 'Yo me llamo Cumbia'-.

Las últimas veces que fui a reuniones en las que estuvieron juntos estos dos personajes fue en los años 80, cuando Walter tenía un bar restaurante en el Laguito.

Gabriel García Márquez

Muy pocos conocen y recuerdan la amistad que unió a Napoleón con Gabriel García Márquez, quien visitaba la ciudad por largas temporadas luego de que su familia se mudara aquí desde 1951. Por testimonio de Cecilia Perea Castro -hermana de Napoleón- pude conocer la relación de éste con el escritor y de una anécdota poco conocida.


Dedicatoria de Gabriel García Márquez a 'La Vieja Rafa', la mamá de Napoleón Perea Castro.

Resulta que 'Gabo' visitó en su casa a Rafaela Luisa Castro Barrios -la mamá de Napoleón- y le regaló una de sus novelas con una dedicatoria a la 'madre del mejor locutor del mundo'. Y esa visión que tenía en ese momento el futuro premio Nobel de literatura sobre Napoleón, no estuvo muy alejada de la realidad en lo que respecta a Colombia.

Y como un aporte a este homenaje en los 25 años de la muerte de Napoleón, su hermana Cecilia Perea me hizo llegar -a través de su hijo Humberto Espitia Perea, gerente de Espitia Impresores- la imagen escaneada de esa importante dedicatoria de Gabriel García Márquez que vemos arriba.

EL GUSTO MÚSICAL

La música hizo parte esencial en la vida de Napoleón, especialmente porque en la actividad radial le tocó presentar artistas y hacer programas musicales, además de que cultivó este gusto desde su juventud en Torices, en donde tuvo la oportunidad de conocer a 'Lucho' Bermúdez -como se verá más adelante-.

A Napoleón no le gustaba cantar, aunque en una oportunidad lo hizo en público cuando regresó a Cartagena acompañado de la selección Bolívar de béisbol, que había ocupado el primer lugar en un campeonato nacional. Esa noche lo esperamos en el antiguo edificio del aeropuerto de Crespo -cuando su entrada estaba frente al campito de sóftbol- en compañía de Guillermo Baena Sosa, quien prestó el teléfono de la empresa de aviación y narramos la llegada por 'Radio Reloj'.


Benny Moré con su Banda Gigante.

Ante ese recibimiento inesperado, cantó la primera estrofa de la canción 'Los Peloteros', que fue compuesta luego del subcampeonato de la selección Colombia -todos cartageneros- en la VIII Serie Mundial de Caracas en octubre de 1945, cuya letra dice: 'Para Caracas, para Caracas / se fueron los peloteros, / entre ellos se destaca / la gloria y el orgullo de ser cartageneros / Carlos Petaca, Judas Araújo / y también Chita Miranda. / Se fue Papito Vargas / el cátcher Cobby Florez / y el pitcher Peñaranda / Yolo Miranda, Varita Herazo / Y la Yuya, Cavadía / Con triunfo en Caracas / Serán de Cartagena / la gloria y la alegría'.

Pues bien, en las veladas de su casa -ya mencionadas-, los violines de el 'Chiqui' Fernández y las voces de sus invitados -entre ellos Juan Carlos Coronel- eran parte fundamental. Y de fondo, el equipo de sonido reproducía diversos aires musicales de acuerdo con la hora y la temperatura de la reunión.

Se puede decir que el gusto musical de Napoleón era ecléctico. Ya anotamos su admiración por Jorge Negrete, debido a que en él se amalgamaban el estudiante de canto clásico que regresó a sus raíces, el 'macho' de las rancheras mexicanas, el atildado galán de cine, el conquistador de 'María Bonita', y en general un personaje fuera de serie.

Pero también lo hizo con 'Benny' Moré, un joven de escasos recursos y sin formación académica, cuyas únicas armas eran su voz y su inteligencia musical. Sin conocer la notación musical formó y dirigió una de las mejores orquestas cubanas -armado de un saco que le quedaba grande y un bastón-, en la que además él era el cantante e interpretaba con una indiscutible maestría desde un bolero hasta un son.

Creo que él se sentía identificado con el 'Benny', porque consideraba que sus vidas tenían un paralelo. Por ello, el 'Bárbaro del Ritmo' siempre estuvo en su discoteca y en su alma.


Lucho Bermudez y su clarinete.

Lo mismo pasó con 'Lucho' Bermúdez, que de un recuerdo de su juventud después se convirtió en una leyenda viva de la música colombiana. Pues resulta que en el barrio de Torices se creó en los años 40 del siglo pasado el 'Club Los Marañones', dedicado principalmente a jugar 'ping pong' -o tenis de mesa-, pero con la casualidad de que Roberto Pérez -el dueño de la casa en donde funcionaba- era primo de 'Lucho' Bermúdez, quien se alojaba allí cuando llegaba a Cartagena. De esta historia quedó un porro llamado 'Los Marañones de Torices'.

Los miembros del club estaban todos relacionados con el joven Napoleón -ya fuera por lazos familiares o por amistad-, así que él tuvo la oportunidad de conocer y tratar a 'Lucho' Bermúdez mucho antes de presentarlo en el radio teatro de 'Emisoras Fuentes' cuando trabajó allí.

'Lucho' nunca echó en el olvido esas viejas amistades, hasta el punto que cuando se fue de estos lares y regresaba, siempre buscaba a Amín Díaz, quien lo ayudó a construir para sus vacaciones una casa a orillas del mar en Crespo, la cual era cuidada por el 'Fufo' Ballestas. Ellos dos también eran viejos socios del 'Club Los Marañones'. Por todo eso, los porros del hijo del Carmen de Bolívar siempre sonaban en la casa de Napoleón.

El bolero también hizo parte de su gusto musical. Escuchaba y bailaba desde los boleros pausados y románticos de Agustín Lara y de 'Toña La Negra', hasta los rítmicos de 'La Sonora Matancera', con las voces de Bienvenido Granda, Celio González, Leo Marini y Carlos 'Argentino' Torres.

Antes de la salsa, conoció a los grandes del ritmo cubano, como Abelardo Barroso, el del 'Manisero'. A Dámaso Pérez Prado, el genio del mambo. A Fajardo con su flauta, el rey de la charanga. Después descubrió en los años 60 el nuevo ritmo de 'Richie' Ray y 'Bobby' Cruz, para después deslumbrarse con los éxitos de 'La Fania', cuyos discos traía de Nueva York.

Conoció de Enrico Caruso, de Miguel Fleta, de Beniamino Gigli, de Franco Corelli, de Tito Shipa -quien grabó el himno nacional de Colombia-, hasta llegar a Plácido Domingo, José Carreras y Luciano Pavarotti, algunos de los mejores tenores de la historia. Para eso tenía cómplices en los hermanos Rafael, Clímaco y Juan Mouthon Barrios. Mi papá me contaba que de jóvenes iban a casa de mi abuelo en la calle Bogotá de Torices, a escuchar en una 'Victrola' de cuerda los viejos discos de música clásica, algunos de los cuales conservo.

Disfrutaba también de un bambuco, un pasillo, un aire llanero o uno del Pacífico. En sus innumerables viajes alrededor del mundo y dentro de Colombia, una de las primeras cosas que buscaba era los almacenes de discos. Siempre estuvo al día en la música, y la escuchaba de acuerdo con el día, el ambiente, el estado de ánimo y si estaba solo o acompañado.

EL DECLAMADOR E IMITADOR

Las capacidades histriónicas de Napoleón eran excepcionales. Pudo haber sido actor de radio, pero si bien en esa época estaban de moda las radionovelas -como 'El Derecho de Nacer' y 'Kadir El Árabe'-, así como la serie de 'Kalimán', en Cartagena no se hacían estas producciones, así que solamente incursionó como maestro de ceremonias en el radio teatro de 'Emisoras Fuentes'.

Igualmente, lo hacía en eventos especiales, como cuando se inauguró 'Emisoras Sinú' -después 'La Voz del Sinú'- en Montería, estación radial fundada el 18 de junio de 1955 por Rafael Fuentes para su 'Circuito Radial A.B.C.' -Atlántico, Bolívar y Córdoba-.


El brindis del bohemio
El Cristo de la quebrada
El Duelo del Mayoral
Guapos
Mama
Me echaron del puesto
Padre Nuestro
Para mi todas son madres
Porque no tomo más
Amaneciendo
El beso
El Borracho

Si bien no le gustaba cantar, en cambio la declamación la practicó en los años 50 y 60, cuando la poesía tenía un lugar en las actividades de los cartageneros. Es de recordar que en el año 1953 visitó a Colombia un artista argentino que se hacía llamar 'El Indio Duarte' -cuyo verdadero nombre era Antonio Comas-, y que hacía presentaciones declamando unos poemas que eran rechazados por los puristas, pero que calaron tanto en el público colombiano que 'Discos Fuentes' sacó tres acetatos -se decía entonces 'Long Play', 'L.P.' o 'larga duración'- que contenían lo más lacrimógeno de su repertorio. Se titularon 'Poemas Gauchos', 'Leyendas de la Pampa' y 'El Duelo del Mayoral', y fueron los únicos que logró grabar en su vida artística.

De los favoritos de Napoleón, uno fue 'El Brindis del Bohemio' -dedicado a la madre- y parte de cuyas estrofas dice: 'Brindo por la mujer, pero por una, / por la que me brindó sus embelesos / y me envolvió en sus besos: / por la mujer que me arrulló en la cuna. / Por la mujer que me enseño de niño / lo que vale el cariño / exquisito, profundo y verdadero; / por la mujer que me arrulló en sus brazos / y que me dio en pedazos, /uno por uno, el corazón entero'.

Otro era el 'El Duelo del Mayoral' -de cuernos y sangre-, que tenía un final terrorífico: 'Y tuve celos, señora, del que así me hablaba / y tuve celos de aquel que moría / y aun muriendo la amaba... / Y la sangre cegó mis pupilas, y el machete / en la mano temblome con rabia, lo hundí / en su pecho con odio y con furia y rasgué / su carne buscándole el alma... / Porque en el alma se llevaba mi hembra..., / y yo no quería que se la llevara'.

Luis Carbonell, el declamador y músico cubano, conocido como 'El Acuarelista de la Poesía Antillana'.

También era fanático de Luis Carbonell, un humorista cubano que recitaba en forma jocosa las estampas de la sociedad cubana de los años mencionados. Su tema más recordado fue 'Los 15 de Florita', una parodia del afán de una mamá de festejarle a su hija los 15 años de vida. Por ejemplo, así describe como irá ataviada: 'El problema del vestido / lo tengo resuelto ya: / un modelito precioso: / será de organza rosá / con un escote muy bajo / y con falda acampaná. / Florita etá bien p'a , / pero p'abajo, ná'.

Y el final es el que le da el nombre: 'Juan de Dios... Juan de Dios... / ¡Si se ha dormío...! / ¡Si hasta roncando está ya! / ¿Qué no me oyó? ¡Peor p'a él, / porque la fiesta se da! / Cuando una madre se empeña / la cosa adelante va, / y aunque el marido no quiera, / no puede dar marcha atrás. / Y los quince de Florita, / ¡se tienen que celebrar!'

Otra vena que tenía -y que poco utilizó en público- fue la de imitar las voces de los grandes de la radio hispana de esos días de mitad del siglo 20. De ellos tuvo un preferido para remedar en algunas reuniones, como lo fue Carlos Montalbán -hermano de Ricardo, el de la 'Isla de Fantasía'-, quien grababa para el gobierno de Estados Unidos durante la 'guerra fría' un programa llamado 'Ojo de Águila'.

Carlos Montalbán hacía el papel de un genio investigador que puede ver lo que pasa en el mundo a través de un ojo electrónico que atraviesa todos los materiales, y que servía de soporte para la trama de un agente de Estados Unidos que reprime las acciones de los espías de la entonces Unión Soviética. Y en cada capítulo, se finalizaba con la inmortal frase para sus fanáticos de: 'Nada escapa al Ojo de Águila'. Napoleón podía repetir con precisión algunos de los parlamentos y narrar el ultimátum final.

EL REGAÑO DE PANESSO ROBLEDO


Antonio Panesso Robledo.

Cuando todos felicitaban a Napoleón por su buena dicción, acento neutro y correcto uso del español -a pesar de utilizar a veces giros propios de la región Caribe-, causó sorpresa que Antonio Panesso Robledo lo criticara con furor en una de sus columnas habituales del diario 'El Espectador'.

Antonio Panesso Robledo -también conocido con el seudónimo de 'Pangloss'- fue un hombre de mucha cultura que escribió en importantes medios, en donde fueron famosas sus columnas 'Pangloss y el lector' en el 'Correo de Medellín', 'Pangloss' en 'El Tiempo', y 'Temas de Nuestro Tiempo' en 'El Espectador'. Además, era un jurado implacable en dos programas de los primeros tiempos de la televisión colombiana: 'Cabeza y cola' y 'Veinte mil pesos por su respuesta'.

Y el motivo de la furia de 'Pangloss' fue la narración que hizo Napoleón por la televisión nacional de una pelea de 'Pambelé', durante la cual -al producirse el 'knockout' por parte del campeón mundial de los welter junior-, pronunció la palabra inglesa como 'nacaut'. La inclusión del sonido de la 'a' en la primera sílaba, hizo que por primera vez en su vida Panesso Robledo utilizara su columna para escribir de boxeo, pero no para hablar del desarrollo y final de la pelea por fuera de combate, sino para decir que una persona que pronunciaba tal mal la palabra 'knockout', no podía utilizar la televisión colombiana.

Napoleón no le dio la trascendencia que Panesso Robledo pensó que podía tener, sino más bien consideró positivo que a un 'cachaco' que nunca había visto boxeo, 'Pambelé' le hubiera hecho el milagro. Y sostenía que esa pronunciación de 'nacaut' era la que él oía en Nueva York cuando hacía sus transmisiones desde el 'Madison Square Garden', el templo mundial del boxeo.

NAPOLEÓN EN LA POLÍTICA


Grupo de Concejales -de izquierda a derecha-: primero Carlos Cruz Echevarría, segundo Argemiro Bermudez Villadiego, cuarto Napoleón Perea Castro y último Yamil Guerra Revollo.

Por su casa pasaron los grandes del béisbol y del boxeo, y los artistas nacionales y extranjeros que se presentaban en la ciudad. Después de cada transmisión internacional, sus amigos llenaban la casa de bote en bote para que Napoleón les contara lo que no había dicho en el micrófono. Y también lo hicieron los políticos que lo conquistaron para que fuera concejal de la ciudad


Tarjeta de presentación del concejal José Napoleón Perea Castro.

En la parte política, Napoleón sorprendió al comienzo de los años 80 al aceptar la propuesta que le hizo Yamil Guerra Revollo -entonces propietario de la emisora 'Radio Príncipe'- para que lo acompañara en la lista para el Concejo de Cartagena.

Esta campaña se hizo bajo las orientaciones a nivel nacional del director del partido liberal -el expresidente y nuevamente candidato Alfonso López Michelsen †-, y en el plano local del exgobernador Rafael Vergara Támara †. Nunca había hablado de esa posibilidad, ya que su vida eran su familia, la radio y el deporte.

Sin embargo, sin tener un antecedente en política logró llegar a ser concejal de su amada ciudad. Desde allí logró servirle al deporte, logrando excepciones de impuestos para los espectáculos deportivos, mejorando los presupuestos para las ligas y los parques deportivos, y lo que más le gustaba, que era ayudar a las habitantes de las zonas deprimidas que tanto cariño le mostraron durante su vida de narrador.

NAPOLEÓN EMPRESARIO DE BOXEO


Noticia de El Tiempo del 9 de febrero de 1978 sobre el resultado de la pelea entre 'Baba' Jiménez y la 'Cobra' Valdés.

Por su manera particular de ver y analizar el comportamiento del público cartagenero -sumado a su conocimiento personal de cada pugilista-, Napoleón era consultado por dos grandes amigos que eran promotores de boxeo. Uno, Filemón Cañate Bernett -de Cartagena-, y el otro, Julio Guerrero -de Barranquilla-. Él, con franqueza y argumentos, les anticipaba cómo sería la respuesta de las gentes a tal o cual pelea, y casi nunca fallaba en sus pronósticos.

Incluso él mismo se convirtió en la década de los 70 en un activo y exitoso promotor de boxeo en la plaza de toros 'Cartagena de Indias'. Era un apasionado de las llamadas 'peleas naturales', que se casaban en las mentes de los aficionados en la medida en que los boxeadores del patio iban logrando victorias importantes. Montar una cartelera con una de estas peleas, era un negocio seguro.

Quizás las veladas más recordadas de esta aventura de Napoleón como empresario boxístico fueron las de las peleas de Néstor el 'Baba' Jiménez y Rubén la 'Cobra' Valdez.

El 'Baba' era uno de los llamados 'campeones sin corona', que tanta gloria le dieron al boxeo colombiano, pero que cuando le llegó la hora de los campeonatos mundiales ya había recibido suficiente castigo en peleas en que daba ventajas de peso y de edad a sus rivales más jóvenes.

Vale recordar que la 'Cobra' en ese momento era un muchacho de 19 años, invicto en su carrera profesional y que estaba en su mayor punto de popularidad, debido a que su manager era 'Pepe' Molina -un empresario de Barranquilla que tenía un programa radial deportivo en Cartagena-, quien desde su comienzo promocionó su nombre dentro de la fanaticada cartagenera del boxeo.

La primera pelea fue en 1974 por el título nacional gallo y la 'Cobra' perdió por nocaut técnico en el quinto asalto. La segunda se realizó en 1978 y volvió a perder, pero ahora por decisión.

LA FAMILIA DE NAPOLEÓN


En esta foto aparece Napoleón Perea Castro -de pie con los brazos cruzados- y su cuñado Humberto Espitia -el primero agachado de izquierda a derecha-, casado con su hermana Cecilia Perea Castro, y dueños de 'Espitia Impresores'.

Napoleón era hijo de José Napoleón Perea Lozano † y Rafaela Luisa Castro Barrios †. Su papá era de origen chocoano, pero de tez clara, y siempre trabajó para empresas -algunas extranjeras- que hacían actividades comerciales en ese departamento.

Su mamá fue sobrina de mi abuela materna, Amira Barrios de Mouthon †, y Napoleón la llamaba 'tía Amira'. Por esa cercanía tuve la oportunidad de estar a su lado desde corta edad.

Los hijos del matrimonio Perea Castro son: Esther † -casada con Enrique Castro Coronel †-; Liliam † -fallecida muy joven cuando trabajaba en Bancoquia-; Olga -quien vive desde joven en Estados Unidos-; Mercedes † -docente de la Normal Femenina y casada con Hernando Hoyos †-; Iván † -casado con Josefina Ariza †, comerciante, proveedor de materia prima para las fábricas de grasas y licores-; José Napoleón † -nuestro personaje-; Cecilia -casada con Humberto Espitia †, propietarios de Espitia Impresores-; Álvaro † -casado con Cristina Lemaitre, comerciante de vehículos, tuvo un bar restaurante en El Laguito-; y Hortencia -quien vivió primero en Bucaramanga y ahora en Bogotá-.

Siempre recuerdo que cuando pasábamos por el puente de Marbella para entrar a Torices, Napoleón me mostraba una casa de material de dos pisos que estaba de primera al lado derecho del conductor -que pasó muchos años abandonada- y me decía que allí había nacido él. Esto me fue confirmado por mi mamá -Amira Mouthon de Crismatt- y por mi tía Ana Julia Mouthon Barrios, quien además tenía presente que en esa casa también nació Álvaro Perea Castro, uno de los hermanos ya fallecidos de Napoleón.

De acuerdo con la tradición oral, anteriormente en esta casa funcionó una emisora llamada 'Ecos del Caribe', que a su vez tenía una orquesta que llevaba el mismo nombre y que fue dirigida por Luis Eduardo 'Lucho' Bermúdez en los años 30.

Además, la familia Perea Castro vivió en otros lugares de Torices. Tengo en mi memoria cuando lo hicieron en la calle Jorge Isaacs, en una casa vecina a la de mi abuela Amira Barrios de Mouthon. Y posteriormente, en la parte alta de la calle de La Paz. Después de la época de Torices se fueron a vivir al centro amurallado, en una ocasión en la calle de Baloco y después en la Playa de la Artillería.

Al final -cuando ya la mayoría de los hijos se habían casado e independizado-, su mamá Rafaela Luisa se trasladó a Crespo al final de la calle 70 -la que sale hacia la Boquilla-, en una casa con un patio tan grande que allí instalaron el primer gallinero tecnificado con galpones en la zona urbana de Cartagena.

Posteriormente Napoleón también se mudó a Crespo, primero en una casa arrendada cerca del antiguo Club de Los Cangrejos -la misma en donde el escritor y pintor Héctor Rojas Herazo fue su vecino del segundo piso-, y luego a su casa de los últimos días en la carrera 1A, aledaña a la calle 71.

Lo mismo hizo su hermana Cecilia Perea Castro, quien se instaló en una casa de la calle 71, en la esquina diagonal al antiguo aeropuerto de Crespo. Ella se casó con Humberto Espitia Matallana, con quien fundó inicialmente 'Heliógrafo Moderno' y posteriormente 'Espitia Impresores'.

Los hijos de esta pareja son Humberto -administrador de empresas, quien manejó el 'Heliógrafo Moderno'-, Germán -gerente de 'Espitia Impresores' de 1994 hasta 1999-, Jairo -ingeniero civil, también gerente de 'Espitia Impresores' de 1999 hasta 2010-, Fernando -arquitecto- y Rafael -uno de los mejores pintores de Cartagena-.

Años después, Rafaela Luisa Castro Barrios vendió la casa de la calle 70 y se mudó transitoriamente a la urbanización San José en Daniel Lemaitre, para finalmente regresarse al barrio de Crespo a la calle 71 entre las carreras 1a y 2a, muy cercana a la residencia de Napoleón y en donde conoció de su muerte.

SU MATRIMONIO


Napoleón Perea Castro y su esposa Elvira Fernández en el momento del brindis en el matrimonio de su hija Lilian Perea Fernández, ya fallecida.

Napoleón Perea Castro se casó desde muy joven con Elvira Fernández -su compañera de toda la vida-, y los hijos de este matrimonio son: Napoleón -contador y exbeisbolista profesional-, Liliam -médica-, Álvaro -odontólogo-, Iván -médico- y Olga Cecilia -productora de radio y televisión-.

Además, Napoleón tuvo otros tres hijos fuera del matrimonio. El primero fue en una relación a finales de los años 60 con una joven bogotana y se llama René Perea Anchique. Después, tuvo dos más con Julita Castro, llamados Abraham y Esther Viviana Perea Castro.


Napoleón Perea Castro con su hija Olga Cecilia Perea Fernández -de niña-.

Aunque fue bautizado con el mismo nombre de su papá, José Napoleón, siempre se le llamó como Napoleón. Además, familiarmente se le decía 'Napo', 'Napito' o el 'Nene' -este último utilizado principalmente por su mamá y sus hermanas-.

Su hijo mayor -que lleva el mismo nombre- también heredó los apelativos de 'Napito' y 'Napo', y -quizás por ser el primogénito-, lo alentó a practicar deportes desde temprana edad, con la fortuna de que tenía las capacidades y el talento para llegar a ser un buen beisbolista, lo que logró tanto en la rama aficionada como en la profesional. Al colgar el bate y la manilla, 'Napo' Perea Fernández también ingresó a la radio como comentarista de béisbol.

Con sus hijos se impuso el reto de darles una carrera universitaria. Aunque siempre estuvo seguro de la elección que hizo de su carrera radial, era obvio pensar que quería para ellos la oportunidad que él no tuvo cuando estaba joven. Aunque no alcanzó a verlos a todos graduados, Napoleón, Lilian, Álvaro, Iván y Olga Cecilia culminaron con éxito sus respectivas carreras profesionales.

A finales del 2014 falleció en Cartagena su hija Lilian Perea Fernández.

SUS FAMILIARES Y AMIGOS


Foto en el barrio de Torices en donde aparecen -de izquierda a derecha- Ana Julia Mouthon Barrios, Socorrito Pardo, Olga Perea Castro, Lilian Perea Castro, Amelia Mouthon Patiño y Mercedes Perea Castro.

Fue el típico exponente de la gran familia cartagenera, en donde comparten las diversas generaciones. Él mismo reconocía que era 'rosquero' en lo que tenía que ver con su familia y sus amigos, y siempre estuvo pendiente de apoyarlos en lo que estuviera a su alcance. Tuvo dos pérdidas tempranas, que siempre recordaba, por un lado su papá José Napoleón y por el otro su hermana Liliam.

Por el lado materno, mantuvo la cercanía con los Castro, Barrios y Coronel. En Cartagena hemos mencionado a Enrique Castro Coronel -esposo de su hermana Esther-, a Alfredo el 'Papi' Coronel -el papá de Juan Carlos Coronel-, a Amaury Coronel -el papá del beisbolista Dayro Coronel-, a Fernando Castro y a los hermanos Rafael, Amira, Clímaco, Ana Julia y Juan Mouthon Barrios.

En San Antero tuvo dos ramas familiares, los Diz Castro -uno de ellos Víctor Diz Castro, magistrado del Tribunal de Córdoba- y los Martelo Castro -de quien recordamos a Marcela Martelo Castro, quien fuera directora de Control Interno de la Gobernación de Córdoba y esposa del exalcalde de San Antero, Lormandy Martínez Durán-.

Además, incluía por derecho propio a los familiares de su familia, a quienes siempre les demostró igual afecto.


De izquierda a derecha: Enrique Castro Coronel, Napoleón Perea Castro, Clímaco Mouthon Barrios y Amaury Coronel.

Para entender las relaciones de las familias mencionadas, tomemos como punto de partida a Rafaela Luisa Castro Barrios -la mamá de Napoleón- y sus hermanos. Ellos fueron Esther Castro Barrios -casada con Policarpo Jiménez-, Ana Mercedes Castro Barrios -casada con Antonio Torres Schortborgh-, Fernando Castro Barrios -a quien mencionamos y era conocido como el 'Pirunda'-, Francisco Castro Barrios -fallecido desde joven- y Carlos Castro Barrios.

Este último -Carlos Castro Barrios-, se casó con Carmelita Coronel y sus hijos fueron Rafael Castro Coronel -fallecido de niño-, Elvia Castro Coronel, Miryan Castro Coronel, Eduardo Castro Coronel -conocido como el 'Pitirre'-, Enrique Castro Coronel -casado con Esther Perea Castro, la hermana mayor de Napoleón- Dora Castro Coronel -quien se casó en San Antero y formó la familia Diz Castro- y Carmen Alicia Castro Coronel -también casada en San Antero y mamá de la familia Martelo Castro-.

Por su parte Alfredo el 'Papi' Coronel -el papá del cantante Juan Carlos Coronel- y Amaury Coronel -el papá del pelotero Dayro Coronel-, son hijos de dos hermanos de Carmelita Coronel, que como se dijo se casó con Carlos Castro Barrios, el hermano de la mamá de Napoleón.


De izquierda a derecha: Napoleón Perea Castro y Carlos Crismatt Mouthon.

Por el lado de los Barrios, la madre de la mamá de Napoleón era a su vez hermana de Amira Barrios Simancas, casada con Juan Mouthon Rivera. Los hijos de este matrimonio fueron Amirita Mouthon Barrios -casada con Carlos Crismatt Araújo, ya fallecido-, Rafael Mouthon Barrios -casado con María Pombo Ariza-, Clímaco Mouthon Barrios -casado con Leticia Pájaro, ya fallecido-, Juan Mouthon Barrios -casado con Adelia Bautista- y Ana Julia Mouthon Barrios -estos dos últimos gemelos-. Además, Juan Mouthon Rivera tuvo otra hija llamada Amelia Mouthon Patiño, también fallecida.

Con sus amigos también tuvo hasta el final una relación cercana a la familiaridad. Eran sus compañeros permanentes en la tertulias, y en cada transmisión de béisbol o de boxeo siempre mencionaba sus nombres y les enviaba saludos. Nunca violó su palabra de ser un verdadero amigo de sus amigos.

SU MUERTE

Napoleón Perea Castro nació el 27 de mayo de 1936 y murió en la madrugada del 25 de diciembre de 1987, a los 51 años, 6 meses y 28 días de edad. En su sepelio fue acompañado por miles de cartageneros de todas las condiciones, que quisieron rendirle un homenaje al gran narrador que les llevó con entusiasmo a sus hogares durante tantos años las hazañas de los grandes beisbolistas y boxeadores de Colombia.

Napoleón siempre se burló de la muerte. Creía que nunca le iba a llegar. Se sentía inmortal, que siempre estaría allí para sus fanáticos. Pasó algunos 'sofocos' -como el mismo decía-, pero a los pocos días Napoleón reaparecía como si nada. Tenía un pacto con el doctor Lago -su médico de cabecera-, de quien decía que su sola presencia lo aliviaba. Además, apenas empezando los 50 se sentía todavía 'un pelao', con mucha vida por delante. Por eso, después de 25 años de su muerte uno no entiende cómo pudo haberse ido tan temprano.

Cada vez que oigo un viejo casete con la edición que hice de la transmisión que hicieron ese día en cadena las emisoras de Cartagena, me hace recordar la importancia de este gigante de la radio, cuya muerte me paralizó de sorpresa estando en Montería.


Centro Recreacional 'Napoleón Perea Castro' de Comfamiliar en el barrio Los Caracoles de Cartagena de Indias. [Foto: Comfamiliar]

RECONOCIMIENTOS


Complejo de raquetas en el Pie del Cerro.

Como un homenaje a su trayectoria radial y política, después de su muerte se bautizó el Centro Recreacional en el barrio 'Los Caracoles' con el nombre de 'Napoleón Perea Castro'. Construido por la alcaldía municipal, es administrado por 'Comfamiliar' y cuenta con los más amplios servicios para los sectores populares, entre los que destacan bohíos, canchas deportivas, juegos mecánicos, piscinas para niños y adultos, restaurante-bar, salones para eventos sociales y toboganes.

De la misma manera, en el 'Complejo de Raquetas' -que se hizo con ocasión de los 'XX Juegos Centroamericanos y del Caribe'- uno de sus salones lleva el nombre de 'Napoleón Perea Castro'.

Finalmente, con ocasión del Reinado Popular de 1999 se editó un afiche promocional con la figura de la reina del año anterior en el 'Teatro Heredia - Adolfo Mejía', en el que asimismo se incluyeron los 16 personajes más recordados de Cartagena, y allí apareció el nombre y la foto de Napoleón Perea Castro.


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Detalle del afiche del Reinado Popular de Cartagena de Indias de 1999, en el que se destacan los 16 personajes que más recuerdan los cartageneros.

Primera fila, de izquierda a derecha: Vicente Martínez Martelo, Luis Carlos López Escauriaza, Juan Zapata Olivella, Amira Mouthon de Crismatt, Yolanda Emiliani Román, Cristian Del Real, Antonio Cervantes Reyes y Eduardo Lemaitre Román.

Segunda fila, de izquierda a derecha: Adolfo Mejía Navarro, Antonio Beltrán Castro, Víctor Nieto Nuñez, Teresa Pizarro de Angulo, Enrique Grau Araújo, Carlos 'Petaca' Rodríguez, María Barrios Meza y Napoleón Perea Castro.

Cartagena de Indias, diciembre 25 de 2012
Actualización: Enero 16 de 2013
Actualización: Abril 28 de 2015
Actualización: Marzo de 2016

 


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