El 'kéfir' o 'maná de Alá'. [Foto: Wikipedia] |
EL 'MANÁ'
Por: Carlos Crismatt Mouthon
Un hecho curioso que aconteció en la mitad del siglo XX en Cartagena fue la llegada del 'maná'. De la mano de devotas fieles de la iglesia católica se comenzaron a repartir en los hogares pequeñas porciones de una sustancia blanca parecida al coliflor y que decían que era el 'maná' bíblico, el cual debía conservarse en un frasco de vidrio, debidamente tapado y colocado en la 'mesa de los santos'.
Hay que recordar que una de las tradiciones católicas más difundidas en esos tiempos era tener en cada casa una mesa vestida con un tapete blanco bordado y una imagen tallada de Jesús crucificado. Además, debía tener una Biblia pequeña y estar adornada con flores en recipientes con agua, rosarios y velas. De acuerdo con la devoción de las personas, también se ponían otras imágenes sagradas, especialmente de las advocaciones de la Virgen María. Esta era la 'mesa de los santos', que se utilizaba igualmente cuando los velorios se hacían en las casas.
Regresando al 'maná', lo más sorprendente era que este crecía día a día dentro del frasco, lo que reafirmaba en los creyentes la supuesta divinidad de este alimento que Dios les mandó a los judíos en su viaje de 40 años a la tierra prometida.
En la Cartagena de ese entonces, la aparición de este 'maná' causó una evidente conmoción en la feligresía católica hasta el punto que se crearon grupos de oración en torno a este sagrado regalo. Los jerarcas de la Iglesia tuvieron que intervenir para orientar a la comunidad y evitar que algunos vivos se aprovecharan de la situación.
Al final, la devoción por el 'maná' se fue perdiendo con el transcurso del tiempo y pasó al olvido, pero -sin embargo- quedó en el aire la pregunta sobre qué era lo que todos inicialmente creyeron que era algo divino.
La respuesta surgió tiempo después cuando se dijo que el 'maná' que había llegado a Cartagena era el 'kéfir', un hongo -del tipo levadura- que crece en condiciones anaeróbicas -es decir, en ausencia de oxígeno- en simbiosis con bacterias. Por ello era que las gentes podían ver como se reproducía dentro de los frascos cerrados.
El 'kéfir' se utiliza para fermentar la leche y convertir la lactosa en ácido láctico, para de esta manera obtener una bebida llamada también 'kéfir', que es una especie de yogur con bacterias 'probióticas' -tan de moda hoy en día- que se ha preparado desde hace cientos de años en el medio oriente.
En materia religiosa, hay referencias al 'kéfir' dentro de la comunidad musulmana, quienes lo consideraban una especie de 'maná de Alá' y le daban el nombre de 'Los granos del Profeta Mahoma'.
En el campo terapeútico, además de ser recomendado para restablecer la flora intestinal, al 'kéfir' también se le atribuyen propiedades antialérgicas y antisépticas. Aunque no faltan quienes lo promueven como regulador de los sistemas renal, hepático y nervioso -por el complejo B-, tratamiento de arteriosclerosis, tuberculosis, psoriasis, eccema, acné, artritis, enfermedades pulmonares y cáncer, regulación del tránsito intestinal, disolución de cálculos renales, regulación de hipertensión, diabetes y lípidos, así como propiedades antioxidantes y de anti-envejecimiento, y regulación del sistema nervioso, mejora de la atención y la concentración, y tratamiento de la depresión y trastornos del sueño.
La costumbre es que el 'kéfir' sea reproducido en cada casa, así que cuando crece y supera el espacio del recipiente en que está contenido, entonces se separa una parte y se regala a otras familias para que también lo cultiven. De tal manera, que quienes querían tener 'kéfir' debían obtenerlo de otra persona. Hoy, a través de las redes sociales en Internet es posible encontrar listados de personas que ofrecen el 'kéfir' sin ningún costo.
Finalmente, en fechas posteriores se divulgó que el verdadero 'maná' de los relatos bíblicos es una resina con sabor a miel que se extrae del árbol de fresno -'Fraxinus ornus'- mediante incisiones en su corteza, en una técnica similar a la del caucho. Es muy abundante en la península del Sinaí, y en algunas latitudes se utiliza como un laxante -con mejor sabor- en reemplazo del aceite de ricino.