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Típica honda cartagenera con horqueta de árbol y tiras de caucho rojo.

LA HONDA

Por: Carlos Crismatt Mouthon

Esta nota no pretende fomentar el uso de la honda para la caza de cualquier clase de ser vivo. Se publica para dejar constancia de una de las costumbres de los habitantes de nuestra ciudad en la mitad del siglo XX.

Los niños y jóvenes de la mitad del siglo XX usábamos una pequeña pero mortífera arma llamada honda, que fue el terror de aves y reptiles -especialmente los 'lobitos'- de los patios de las casas vecinas. Aunque no faltaba quien la usara para bajar frutas, como mangos y guayabas.

Su difusión era muy grande, pero en otras partes tenía nombres diferentes. Por ejemplo, en otras regiones de Colombia se le conoce como cauchera, resortera en México, gomera en Argentina, china en Venezuela, tirachinas en España, tirapiedra en Cuba y hulera o tiradora en Nicaragua.

Tenía dos versiones, y la construcción era muy sencilla. Había una con horqueta, y para ello se conseguía una parte de una rama de un árbol que tuviera forma de 'Y', generalmente de limón, totumo o tamarindo, árboles muy abundantes en los patios de las casas. Esta horqueta debía pelarse -descortezarse- y dejarse secar para que no fuera resbaladiza.

Luego debían cortarse dos tiras de neumático viejo de bicicleta -en esa época eran muy comunes unos de color rojo- y se unía una punta de cada uno a un pedazo de cuero de forma rectangular -llamado badana- con las esquinas redondeadas y con un ancho mayor que los cauchos. Al cuero se le hacían ranuras por cada extremo de la parte larga, a través de las cuales se introducían las puntas de las tiras y se amarraban con un cordel fuerte.

Finalmente las tiras de caucho se amarraban a las dos puntas superiores de la horqueta. Para ello a cada punta se le rebanaba antes con una navaja un bajorrelieve a su alrededor, con el mismo ancho de las tiras de caucho, a fin de que no se rodaran de su puesto en la horqueta al momento de estirarlas. Finalmente, los cauchos se ponían alrededor de cada bajorrelieve y se amarraban también con pita.

Su uso era fácil, ya que sólo debía agarrarse el mango con la mano no diestra, luego agarrar con la mano diestra la parte de cuero con un proyectil adentro y llevarlo a la altura y cerca del ojo de ese mismo lado para tomar puntería.

Enseguida estirar los cauchos y soltar el cuero para que la tensión lanzara lejos el proyectil.

El proyectil más usado era la piedra china que se utiliza en la construcción, que es pesada, lisa y redondeada. Los que tenían algunos centavos para gastar, también usaban las bolas de cristal y hasta los balines de acero del juego de bolita de uña'. Otros se las ingeniaban con otros tipos de piedras y hasta con semillas de mamón y de ciruela costeña.

La otra versión era sin horqueta, en la que en las puntas de los cauchos que van a ésta se amarraban con pita a otros pedazos de cuero doblados, que se calzaban a su vez en los dedos gordo y pulgar de la mano no diestra. Su uso era igual, pero debían estirarse bien hacia atrás y abajo los otros dedos -índice, cordial y anular- para no golpearlos con el proyectil que se lanzaba.

Otro peligro era que cuando la honda no estaba bien construida y se soltaba o reventaba un caucho al momento de la tensión, se podía golpear seriamente el pómulo e incluso lesionar el ojo.

Como en esos tiempos la historia sagrada era parte de los estudios en el colegio, había que explicarles a los visitantes que la honda cartagenera no tenía nada que ver con la honda que había usado David contra Goliat.

Esta última no tiene cauchos, sino dos correas de cualquier material sólido y flexible unidas a un recipiente -que puede ser de cuero o de tela- en donde se coloca una piedra -o algo parecido- como proyectil. Para utilizarla se agarran por sus puntas libres las dos correas y se giran velozmente, después de lo cual se suelta una de las puntas para liberar el proyectil.

Pero lo más importante es que cuando se tomó conciencia del daño ecológico que se estaba haciendo y de la crueldad con que se trataba a los animales, hubo un despertar para adelantar campañas en el colegio y en la casa a fin de erradicar el uso de la honda en los juegos infantiles.

Pero como todas las cosas que uno cree que han desaparecido, la honda aún se vende en sitios de Internet, pero más sofisticada, con la horqueta metálica y los amarres de los cauchos con remaches.

 


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