Por: Carlos Crismatt Mouthon
Mosquito Anopheles darlingi
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La malaria –también conocida como paludismo- es la enfermedad causante del mayor número de muertes en los países en desarrollo. Los enfermos presentan fiebre 8 a 30 días después de la infección, con tos, escalofríos, sudoración, debilidad, dolor de cabeza, dolores musculares y diarrea.
Es producida por un protozoario del género Plasmodium. El más patógeno es el Plasmodium falciparum -predominante en África- que es responsable del 90% de las infecciones y del 80% de las muertes.
En Colombia está más difundido el Plasmodium vivax, que produce una forma menos agresiva de la enfermedad conocida como fiebre terciaria. Pero en la Costa Pacífica y el Bajo Cauca está presente el temible Plasmodium falciparum, que produce el mayor porcentaje de los casos de malaria.
De acuerdo con las cifras del Ministerio de Salud, entre 1990 y 2003 los casos de paludismo pasaron de 99,489 a 146,7222.
El transmisor –vector- de la enfermedad es el mosquito Anopheles, cuyas hembras al picar a una persona se encargan de introducir los esporozoítos del Plasmodium que llevan en las glándulas salivares. Es cierto que los machos no pican, ya que se alimentan de los jugos de las plantas.
En Colombia los mosquitos vectores son el Anopheles albimanus, el Anopheles darlingi y el Anopheles nuñeztovari.
Desde hace más de tres siglos el tratamiento por excelencia para la malaria es la quinina, un alcaloide extraído de la corteza del árbol de la quina. Colombia fue en el siglo XIX un gran exportador de quinina, que también era conocida como “polvos de los jesuitas”, “polvos de la condesa” o “corteza del cardenal”. En la actualidad las drogas más usadas por su efectividad frente a la malaria son productos sintéticos que tienen como base la quinina.
Para su control, el gobierno colombiano, a través del Ministerio de Higiene, implementó desde 1943 una campaña antimalárica. Pero fue en diciembre de 1956 que el Ministerio de Salud Pública creó el Servicio de Erradicación de la Malaria –más conocido por la sigla de “SEM”-, que funcionó hasta 1984 bajo su batuta. A partir de ese año, pasó a ser responsabilidad de los departamentos y municipios.
Después de dos años de la fase preparatoria, en 1958 se pasó a la fase de ataque, que consistía en erradicar los mosquitos mediante la fumigación sistemática de todas las áreas con presencia de la malaria. Posteriormente se harían rociamientos en la etapa de mantenimiento.
La operación inicial demoró de 1958 a 1961, y se utilizó como insecticida el famoso “DDT” –que son las iniciales de su anterior nombre químico “Dicloro Difenil Tricloroetano”- el cual se aplicaba principalmente dentro de las casas. Fue inventado por el químico suizo Paul Moeller en 1939 y con él se ganó el premio Nobel de 1948.
Fotograma de la película Fire Green -Fuego Verde-, en donde se ve en la pared la identificación [DDT-1411] de la campaña del Servicio de Erradicación de la Malaria en Colombia. La escena corresponde a la entrada del protagonista Stewart Granger al Edificio Barbur -de la Plaza de Los Coches- en Cartagena de Indias. Esta cinta fue filmada en Colombia en 1954 y la coprotagonista fue Grace Kelly.
Para identificar las viviendas que estaban dentro del plan de erradicación, se usaba pintura negra para marcar la pared exterior con la sigla “DDT” y un número distintivo. Dentro de la casa -detrás de la puerta o en otro lugar visible-, se pegaba una tarjeta en donde el funcionario responsable de la zona apuntaba la fecha de la fumigación y estampaba su firma. Esta tarjeta le hacía compañía a la cédula de “AL DEMONIO: ¡NO ENTRES!” de San Ignacio de Loyola.
El proyecto del “SEM” incluía obviamente operaciones de vigilancia y evaluación epidemiológicas, para monitorear la evolución de la enfermedad. Estas actividades buscaban determinar las especies existentes de Anopheles, examinar la sangre de personas que presentaran fiebres y distribuir drogas antimaláricas en los casos positivos.
Con demasiado optimismo se preveía que luego de esta fase de ataque con “DDT”, la población de Anopheles estaría totalmente diezmada y para finales de 1961 se declararía a Colombia libre de malaria.
Pero, según algunos expertos, no se contaba con que los mosquitos fueron adquiriendo resistencia al insecticida. En forma paralela, el “DDT” -que se había convertido en la panacea para combatir al Anopheles- fue considerada por los ambientalistas como una sustancia peligrosa para al planeta, ya que no se biodegradaba y por el contrario se acumulaba en el suelo y en la grasa de los tejidos animales durante muchos años.
Sea cual fuere la razón, el “DDT” se retiró del mercado colombiano y fue prohibido su uso para cualquier tipo de actividad. Pero por esas vueltas que da la vida, el “DDT” ha saltado nuevamente a la palestra, ya que nunca se han comprobado casos de cáncer por su uso y –por el contrario- su prohibición aumentó los casos de malaria en las regiones donde se aplicaba.
También -desafortunamadente-, el método de laboratorio para diagnosticar la malaria -frotis de sangre o gota gruesa- era muy lento, por lo que los pacientes iniciaban el tratamiento antes de recibir los resultados. Esta terapéutica indiscriminada pudo influir en la aparición de nuevas cepas del Plasmodium resistentes a los medicamentos.
Además, a la derrota de la campaña antimalárica con el “DDT” se sumaban las características de las viviendas de las zonas rurales –y muchas urbanas- que no contaban con la protección de anjeos en la puertas y ventanas, y que tenían criaderos de animales domésticos en forma anexa a las habitaciones y aguas estancadas en bebederos, charcas y jagüeyes.
De acuerdo con la Ley 100 de 1993 se descentralizaron las actividades del Servicio Nacional de Salud, por lo que el “SEM” pasó a manos de las Secretarías de Salud departamentales, con el consiguiente marchitamiento de sus actividades.
Desde 1997 el diagnóstico y tratamiento de la malaria se incluyeron en el Plan Obligatorio de Salud (POS). La promoción y prevención, pasaron a ser parte del Plan de Atención Básica (PAB) que las autoridades municipales deben ofrecer en forma gratuita a toda la población. Mientras que la vigilancia y el control de los vectores –el mosquito Anopheles- es responsabilidad de los departamentos.
Después de este gran fracaso del proyecto de erradicación, se despertaron las expectativas por la vacuna antimalárica del doctor Manuel Elkin Patarroyo. Sin embargo, esta vacuna sintética tampoco cumplió su cometido de controlar la infección. Después de ser donada a la Organización Mundial de la Salud para su producción y distribución gratuita en los países pobres del mundo, pasó a la página del olvido.
La estrella de este momento es el doctor Pedro Alonso, profesor de la Universidad de Barcelona, quien con la empresa GlaxoSmithKline ha realizado pruebas en Mozambique de una nueva vacuna.
Con el actual período de lluvias, la malaria –o paludismo- nos acecha. Los espejos de aguas estancadas –grandes y pequeños- están produciendo ahora mismo millones de larvas del mosquito Anopheles.
© Carlos Crismatt Mouthon - noviembre 2 de 2007