Por: Carlos Crismatt Mouthon
En la definición ae ia «historia cliínica», me gusta Ia que registra el
Diccionario panhispánico del español jurídico de la RAE:
"Conjunto de los documentos relativos a los procesos asistenciales de
cada paciente, que incluye los datos, valoraciones e informaciones
sobre su situación y evolución clínica, así como Ia identificación de
Ios médicos y de Ios demás profesionales que han intervenido".
Y,
lógicamente, su existencia se basa en las ventajas que ella representa para el
bienestar de los usuarios del sistema de salud; que en términos de documentos
de las OMS y OPS se pueden resumir así:
Es tan
importante la «historia clínica», que en el mundo se ausculta la posibilidad de
hacerla obligatoria y universal en "chips" que la porten en lenguaje
digital; y que pueda ser insertada en los modernos documentos de identidad; y
también implantada en el cuerpo de los pacientes.
Pero, la
realidad es que en el sistema de salud en Colombia este importante documento
-la bitácora de nuestra salud-, es considerado simplemente como un requisito
para autorizar, por ejemplo, citas con especialistas, medicamentos de alto
costo, exámenes especializados y tratamientos quirúrgicos.
Y está tan
subvalorada, que cada EPS del sistema de salud en Colombia realiza con ellas un
proceso estanco, con software desarrollado especialmente para cada una de
ellas, de acuerdo con sus propios intereses y economía.
De tal
manera que el resultado en la práctica es que al movilizarse un usuario entre
las EPS, su «historia clínica» va creando retazos de información que no se
pueden compartir entre ellas, porque los "lenguajes" de cada EPS no
permiten comunicarse entre sí.
Esto lleva
que al cambiar de EPS, la primera sensación es de amarga desilusión al conocer
en su primera cita médica que todo aquella información, corta o larga, de sus
dolencias y tratamientos, metafóricamente, "se las llevó el viento".
Toca
entonces con paciencia tratar de recordar los episodios de su males para
contárselos al médico y este las asiente apiñadas en un nuevo retazo de su
«historia clínica».
Además, es
normal expresar una grosería porque no le advirtieron de esto para poder llevar
copias, si es que acaso las guardó, de las citas médicas y exámenes pendientes,
así como de los medicamentos que les venían recetando.
Lo grave de
todo es que en el mundo de la programación existe, desde sus inicios, el
término "migración", que es un proceso que permite exportar o mover
datos "de una ubicación a otra, de un formato a otro o de una aplicación a
otra".
Además,
debe existir un estándar nacional que facilite ese intercambio de información,
lo que se conoce como "interoperabilidad", que permite compartir los
datos de la «historia clínica» entre los diferentes actores autorizados del
sistema de salud.
Por eso, de
lo anterior, solo se puede concluir que desde la implementacion del Sistema de
Salud en Colombia, reglado por la Ley 100 de 1995, no se ha podido concretar la
palabrería sobre el particular, contenida en documentos oficiales del Gobierno
y del Congreso.
Por eso, lo
dicho: la «historia clínica» es la hija de "menos mae" en Colombia.
Cartagena
de Indias, febrero 19 de 2023
© Carlos Crismatt Mouthon