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Historias


Se trata de un ejercicio de rescate de los escritos que he publicado en diferentes sitios Web, en las redes sociales, en periódicos, en revistas y en libros -que incluyen personajes, costumbres y hechos históricos- realizados desde la perspectiva de mi mirada personal y como una manera de abrir ventanas para que la nuevas generaciones aprendan del pasado de su familia, de su terruño, de su país y del mundo.

Colombia y su Patrimonio Inmaterial

Por: Carlos Crismatt Mouthon

Por iniciativa de mi amigo Javier Martínez Nuñez, fundador en Facebook de "Memoria Visual Cartagena de Indias", se creó en 2015 en ese mismo sitio Web el grupo "Colombia y su patrimonio inmaterial", a fin de discutir sobre la declaratoria del "Vallenato como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, pero en Necesidad de Salvaguarda Urgente". Allí expuse algunos conceptos y recuerdos sobre la llamada, en un principio, "música de acordeón" y que hoy se conoce como "vallenato". Como estos apuntes fueron publicados en un grupo cerrado, ahora los comparto para conocimiento de las nuevas generaciones.

Como ya lo dijo Javier Martínez Nuñez, el nacimiento de este grupo COLOMBIA Y SU PATRIMONIO INMATERIAL tiene como génesis una conversación sostenida en el grupo de MEMORIA VISUAL CARTAGENA DE INDIAS sobre la declaratoria del Vallenato como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, pero en Necesidad de Salvaguarda Urgente.

Para concentrarnos inicialmente en algo concreto, andemos por los caminos del actualmente llamado vallenato, que -hay que decirlo- es hoy una realidad dentro de la música colombiana al igual que la cumbia, el joropo, el bambuco, el porro, el chandé, la guabina, el bullerengue, el bunde y tantos otros aires que nos identifican en el mundo.

Dicho esto, quiero regresarme a mis primeros recuerdos sobre la música de nuestra región. Antes de las piezas tocadas en acordeón, se me vienen a la mente los grupos de pitos y tambores de los Montes de María con los legendarios Gaiteros de San Jacinto, que venían a las fiestas del 11 de Noviembre. Lo mismo que los llamados conjuntos que interpretaban música tropical bailable, entre ellos uno que aún se recuerda llamado "Pedro Laza y sus Pelayeros". Así mismo las orquestas que fueron grabadas en el sello Fuentes, como "La A Número 1", "Lucho Bermudez", "Rufo Garrido", "Orquesta Fuentes", etc.

Después cuando estuve de niño en Montería a mediados de los años 50 escuché a las bandas de viento del Sinú que después se inmortalizaron con el apelativo de Bandas Pelayeras, por considerarse a San Pelayo su cuna.

Pues bien, en esos primeros tiempos la acordeón llega como un instrumento más que permite otra manera de interpretar diversos ritmos como el merengue y la cumbia. Luego, algunos se especializan en su toque y comienzan a destacarse como solistas en una combinación de músico y cantante. En nuestro medio cartagenero se destacaba Aníbal Velásquez, que ponía a gozar a todo el mundo con sus guarachas, tales como "El turco perro", "La brujita" y "Alicia la flaca", sin dejar de mencionar "Faltan cinco pa' las doce" del venezolano Oswaldo Oropeza.

Igualmente brillaba Andrés Landeros, a quien llamaron a nivel internacional "El Rey de la Cumbia" y que además era también compositor -como las recordadas "Pava Congona" y "La Muerte de Eduardo Lora", que fue cantante de su agrupación-, e igualmente el intérprete oficial de las composiciones de Adolfo Pacheco, entre ellas "El Mochuelo" y "La Hamaca Grande", la canción protesta contra el nuevo género vallenato.

Una anécdota es que en el 5to Festival Vallenato, en 1972, Andrés Landeros pierde la corona con Miguel López quien fue el primero que impuso la moda de llevar cantante -lo fue Jorge Oñate-, lo que le valió el remoquete del "Rey Mudo". Pero lo que es la vida, los hermanos Miguel y Pablo López ya habían trabajado con los Gaiteros de San Jacinto y participaron juntos en la película mexicana "Llamas Contra el Viento" en 1955.

Del lado del Magdalena aparecen otras figuras clásicas de la música de acordeón como Alejo Durán y Abel Antonio Villa, y de la Guajira como Nicolás "Colacho" Mendoza y Luis Enrique Martínez. Esto lleva a que se diferencien los paseos y sones de la música de acordeón de las antiguas Sabanas de Bolívar y se le conozca como "Música Sabanera".

Pero la bomba estalla en 1962 cuando se crea la agrupación "Los Corraleros de Majagual", que integra a acordeoneros de la talla de Alfredo Gutiérrez, Calixto Ochoa y Lisandro Meza, al compositor, cantante y rey del trabalenguas Eliseo Herrera, al después exitoso músico Julio Ernesto "Fruko" Estrada y al gigante Manuel "Chico" Cervantes quien fue su director y arreglista, además de tocar la trompeta y el bombardino. Todo un coctel de instrumentos y buenos músicos.

Esa era -a grosso modo- la música de acordeón de la época de los 40, 50 y 60.

¿Entonces qué se hablaba de Valledupar?

Valledupar para esas calendas era poco conocida por estos lares, y su mención llevaba a recordar el repudio que tenían por su gentilicio de vallenatos, ya que por homofonía recordaba a la enfermedad llamada popularmente "ballenato" por las manchas blancas que tenía el hijo recién nacido de la ballena. A esta dolencia se le conocía también como carate y posteriormente se difundió el de vitíligo.

Con la bonanza del algodón, Valledupar y su zona de influencia (con Villanueva y Codazzi) comenzaron a tener un auge comercial que la puso en la actualidad de la región.

Y para nadie es un secreto que Rafael Escalona se convirtió en la principal figura que lanzó al estrellato a esa región con sus cantos interpretados por el trío "Bovea y sus Vallenatos", repetidos en emisoras y radiolas caseras. Escalona era un auténtico vallenato, nacido en Patillal, un corregimiento del municipio de Valledupar, al pie de la Sierra Nevada.

Pero lo importante es anotar que estas versiones eran con la guitarra de Julio César Bovea Fandiño, un peluquero samario, y la voz de Alberto Fernández, nacido en Atánquez, un corregimiento de Valledupar.

Cómo anédocta, el papá de Bovea fue guitarrista de Guillermo Buitrago, nacido éste en Ciénaga (Magdalena) y quien también interpretó con guitarra algunas composiciones de Escalona, aunque además lo hizo con otras de Abel Antonio Villa, Emiliano Zuleta, Chema Gómez, Luis Pitre y Tobías Enrique Pumarejo.

Para 1968 se crea el departamento del Cesar, con tres pedazos sacados del Magdalena, de la Guajira y de los Santanderes. Su primer gobernador fue el expresidente Alfonso López Michelsen y con él la Cacica Consuelo Aráujo consigue apoyo para darle vida en 1973 a un nuevo género llamado "vallenato" al publicar el libro titulado "Vallenatología" y crear el "Festival de la Leyenda Vallenata".

En un principio este vallenato se apoderó de la música de acordeón de todo el territorio de la Costa Atlántica y la dividió en:

Vallenato-Vallenato: integrado por la zona de la Media y Baja Guajira.

Vallenato-Bajero: se forma con la totalidad del departamento del Magdalena e incluye a Mompox y parte del Cesar.

Vallenato-Sabanero: comprende los departamentos de Bolívar, Sucre y Córdoba.

Lógicamente que esto no correspondía a una realidad y fueron muchas las voces que se alzaron en contra, pero que fueron acalladas a la fuerza por los medios bogotanos que por el triunfo de López Michelsen se habían convertido en vallenatólogos.

La voz más fuerte y sonora fue la ya reseñada composición "La Hamaca Grande" de Adolfo Pacheco, hasta el punto de que aún cojeando logró que en 2009 se iniciara en Cartagena de Indias el "Festival de La Hamaca Grande" con una de sus finalidades tendiente a enseñar que no todo lo que se toca con acordeón es vallenato.

Montería, 22 de diciembre de 2015


LOS ACORDEONEROS DE LOS AÑOS 50

Por: Carlos Crismatt Mouthon

Estuve en estos días escuchando acordeoneros de nuestros tiempos en los años 50, para tratar de recordar cómo de tanta variedad de intérpretes y de instrumentos, los valduparenses llegaron a la conclusión que el ritmo "vallenato" debía ser con caja, guachara y acordeón.

Y me ayuda a escribir esto la nota publicada hoy en el periódico "El Tiempo" con apartes de una entrevista a Aníbal Velázquez, que fue quien en realidad disparó la venta discos en su tiempo con "Turco Perro" y "Alicia la Flaca", todo en ritmo de guaracha, que hasta retó sin querer el imperio discográfico del viejo "Toño" Fuentes, que tuvo que ripostar con la creación de "Los Corraleros de Majagual" para tratar de hacerle frente.

En el sello Fuentes ya estaban pegados nombres como Alfredo Gutiérrez, Calixto Ochoa, Lisandro Mesa y Eliseo Herrera, de tal manera que esta especie de "All Star" criolla tuvo un gran recibimiento y caló de inmediato en el gran público.

Regresemos a lo dicho por Aníbal Velázquez en cuanto a lo que Valledupar pudo aportar a la génesis y desarrollo del género "vallenato", ya que es muy enérgico y claro:

«Quisiera que alguien me dijera cuál es el personaje que haya nacido en Valledupar que haga la música de Valledupar, cuando esta música es provinciana -cuenta-. Allá hubo una casa que se llamaba El Zaribón, donde se reunían todos los acordeoneros; yo veía ese espectáculo donde estaba Alejo Duran, Enrique Martínez, Pacho Rada, "el negro" Méndez, Abel Antonio, todos tocaban una canción que era "El amor amor" y cada uno improvisaba una frase.

Yo fui el primerito que le grabé a Rafael Escalona "La casa en el aire", con los Vallenatos del Magdalena.»

Pasando ahora a lo referente a los instrumentos utilizados, ya dijimos que hasta los mismos aires que los valduparenses consideran del primigenio "vallenato" fueron interpretados primero en orquesta y en conjuntos de guitarras.

Por su parte, los llamados acordeoneros de otros lares -que la "vallenatología" cataloga como "sabaneros"- utilizaban en sus conjuntos -además de la "Hohner", la guacharaca y la caja- dos instrumentos infaltables como lo eran la "clave" y el "cencerro".

Como ejercicio, volví a escuchar algunos de los primeros discos grabados en acetato del gran Alejo Durán -por ejemplo, "Sielva María"- y en ellos es claro el sonido de la "clave", esos "palitos" que se usaban para marcar el ritmo. Ahora que ya no se usa, en la "parrandas" y en las presentaciones en casetas vemos como se usan las palmas de las manos para tratar de reemplazarla.

Y en esas canciones de Alejo sucede lo mismo con el "cencerro", que hace parte importante del sonido que le daban esos viejos acordeoneros a sus grabaciones. Y aún es más notoria su presencia en los casos de "Los Corraleros de Majagual" y de Aníbal Velázquez, que en la percusión incluían la llamada "batería", con platillos y "cencerro".

Por ello, siempre me pregunto: ¿cuándo se llegó a la conclusión que el género "vallenato" era simplemente con caja, guacharaca y acordeón?

Se adjunta un fotograma de un video del conjunto de Aníbal Velázquez en donde se aprecia la batería y las baquetas tocando el "cencerro".

¿CUÁL ES EL VALLENATO QUE DEBEMOS PRESERVAR

Había dejado algo en el tintero, para esperar a ver si se hablaba algo de cuál era el "vallenato" que debemos cuidar y preservar.

Cuando la Cacica Consuelo Araújo recogía información para su libro "Vallenatología" y se montaba el tinglado del Festival Vallenato, comenzaron a salir algunas teorías sobre el comienzo de este nuevo género al que se la quería dar vida.

Se remontaron hasta 1944, cuando la orquesta de Emisora Atlántico grabó el célebre "Compae Chipuco" de Antonio Ma. "Chema" Gómez, de Fonseca (Guajira), y consideraron que este fue el primer "aire vallenato".

Después siguieron la trayectoria desde 1945 de Abel Antonio Villa, de Tenerife (Magdalena), quien utilizó el modelo de caja, guacharaca y acordeón, aunque a veces acompañado de guitarra.

Hacen lo mismo con Guillermo Buitrago, de Ciénaga (Magdalena), llamado el "Jilguero de la Sierra Nevada", que fue quien primero popularizó las composiciones de Abel Antonio Villa, Emiliano Zuleta, Chema Gómez, Luis Pitre, Rafael Escalona y Tobías Enrique Pumarejo. Tuvo su propio conjunto, pero además hizo un dúo con el peluquero samario Julio César Bovea -el de "Bovea y sus Vallenatos"-, pero con las guitarras como instrumento principal.

Después de la muerte de Buitrago, el samario Bovea crea el conjunto "Bovea y sus Vallenatos" junto a Fontanilla -la segunda guitarra de Buitrago- y el cantante Alberto Fernández. Se fueron para Argentina y desde allá lanzaron al estrellato a Rafael Escalona pero ahora como "canto vallenato" y los discos se llamaron "Cantos Vallenatos de Escalona". Era la primera vez, según mis recuerdos, que se utilizaba el gentilicio "vallenato" para nombrar unas composiciones.

En esos momentos, como ya se ha dicho, fuera de Valledupar toda la Costa Caribe hablaba de música de acordeón y había en el oriente estrellas de este instrumento como Alejo Durán y Abel Antonio Villa en el Magdalena y Nicolás "Colacho" Mendoza y Luis Enrique Martínez de la Guajira.

Mientras tanto en las antiguas Sabanas de Bolívar se generaba una historia aparte, con personajes como Aníbal Velásquez de Barranquilla, Andrés Landeros de San Jacinto (Bolívar), Alfredo Gutiérrez de Sabanas de Beltrán (Los Palmitos, Sucre), Lisandro Meza de El Piñal (Los Palmitos, Sucre) y Calixto Ochoa de Valencia de Jesús (hoy Cesar), siendo los tres últimos fundadores de "Los Corraleros de Majagual".

Como se ve, el universo de la música de acordeón era mucho más grande que lo que pudieron meter en el concepto "vallenato" de la Cacica.

Por ello, es importante que la inercia para defender el "vallenato" no se pierda al tener que resbalar para responder con claridad: ¿cuál es el "vallenato" que declaró la Unesco como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, pero en Necesidad de Salvaguarda Urgente?

Porque hemos visto que algunos hablan de simplemente cumplir con los siguientes tres elementos para definir ese "vallenato":

1. Que se toque con caja, guacharaca y acordeón.

2. Que interprete los aires o ritmos de son, paseo, merengue y puya (algunos incluyen tambora).

3. Que narre las vivencias de los pueblos del Valle de Upar.

Pero para otros, el "vallenato" de que se habla es el de la época de oro de intérpretes como Abel Antonio Villa, Alejo Durán, "Colacho" Mendoza y Luis Enrique Martínez, y de compositores como Rafael Escalona, en los años 40, 50 y 60 del Siglo XX.

Para finalizar, quiero pedir el concepto de expertos musicales en cuanto al uso de "la clave" y el "cencerro", que según mis lejanos recuerdos eran instrumentos de uso corriente en todos los conjuntos de esas épocas, ya fueran con acordeón o con trompetas y bombardinos.

Y de esto, me salta otra curiosidad, que es la llegada de los tambores con los negros africanos. Pero he leído, y he escuchado, que los indios americanos también utilizaban el tambor antes de este acontecimiento. Y algunos especifican que los africanos trajeron un tipo de tambor y la forma en que eran tocados.

P.D.
En la Costa Caribe de Colombia es indiferente usar los términos «acordeonista» y «acordeonero», este último más popular, pero la RAE solo registra «acordeonista» como el músico que toca el acordeón.

Montería, 19 de noviembre de 2017

 

© Carlos Crismatt Mouthon

 


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