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La típica tienda de barrio en esquina.

LA TIENDA DE BARRIO

Por: Carlos Crismatt Mouthon

Por lo general, la tienda de barrio hacía parte de la casa de habitación del propietario -preferencialmente en esquina- y constaba de un mostrador y unos anaqueles adosados a la pared, todo en madera. Como no existían las neveras eléctricas y la de gas eran muy caras, las usadas eran de madera recubiertas de láminas lisas de zinc, y para conservar el hielo se les echaba cáscara de arroz o viruta de madera. Allí se enfriaban las gaseosas Román y bebidas caseras como avena y orchata -de ajonjolí- envasadas en botellas de 'ron tornillo' y taponadas con corcho.

Vale recordar que para tomar agua fresca en los hogares, se instalaba en un rincón del cuarto una tinaja montada sobre un mueble de madera llamada tinajera. Como el agua no era tratada, se le quitaba la materia en suspensión mediante el uso de alumbre o penca de sábila.

Las compras en las tiendas eran al menudeo. El primer rito de cada día era enviar por la compra para el desayuno, que consistía en leche cruda, pan, queso y huevos. Como en esos tiempos la leche no era tratada y se envasaba en cántaros, había que calentarla pero con el ojo abierto para que al momento de hervir no se derramara. Se recuerda que sólo a finales de los 60 se fundó en Cartagena la empresa Lechería Higiénica S.A. -más conocida por la sigla de 'Lesa'- que la vendía ya pasteurizada y en envases de vidrio con tapas de papel de aluminio.

Se recuerdan los famosos 'compuestos' para preparar las comidas. Uno era el 'compuesto verde' que llevaba preferencialmente pedacitos de hojas como lechuga, repollo, cebollín y otras verduras de temporada. Y el otro, el 'compuesto seco' que contenía especies como clavo de olor, comino, achiote y pimienta. Estos 'compuestos' eran empacados en pedazos de papel de envolver, más o menos de media hoja carta, que se doblaban primero por la mitad y luego sus bordes se envolvían con los dedos a partir de ambas esquinas hasta tomar la forma de una empanada.

También se vendía la panela en pedazos, para lo que se utilizaba una guillotina clavada al mostrador de madera. La manteca de cerdo era sólida y se recogía de la lata con un cuchillo de cocina y luego se raspaba sobre un pedazo de papel de envolver doble.

Cuando se fundó en Cartagena la fábrica de grasas vegetales La Suprema, las tiendas la compraban en latas pero el cliente debía llevar su propio recipiente para despacharle la cantidad que necesitara.

El menudeo también funcionaba para el aseo personal. Eran muy famosos los productos para el cabello, como brillantinas y fijadores, que se guardaban en pequeñas bolsitas de celofán que se pegaban en unos cartones rectangulares, y que a su vez se colgaban de las paredes del local.

Para lavar la ropa, era costumbre utilizar el polvo 'azul' para dejarla más blanca, y almidón en polvo para hacerla más fresca y tiesa al plancharla. Estos productos se conseguían igualmente en la tienda en estos envases más pequeños y baratos.

El jabón para lavar venía en barras de forma rectangular, y la venta también se hacía por pedazos cortados con un cuchillo. Vale anotar que en las casas estas barras eran golpeadas después con un mazo hasta volverlas una bola. Por ello, más adelante surgió la novedad de la venta del jabón para lavar en bolas.

La costumbre era enviar a los niños de la casa a hacer el 'mandado' en la tienda, por lo que los dueños de éstas se inventaron dar un aliciente para que regresaran. Esto se conoció como la 'ñapa', que tenía diferentes normas según el propietario. En algunas tiendas daban directamente un casquito de panela, un pedacito de queso o una punta de platanito manzano. En otras se anotaba cada visita en un cartón, que después se convertía un regalo más grande.

Pero la institución más importante de las tiendas era el 'fiao'. Cuando la familia tenía 'crédito', simplemente se solicitaba el producto y se decía la frase mágica de 'mi mamá que se lo apunte'. De esta manera las tiendas colaboraban en la estabilidad de la economía familiar y de paso creaban un indisoluble lazo comercial.

Al final del mes, cuando se recibía el sueldo, se pagaba la deuda y el juego continuaba.

 


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