Bienvenido a Cartagena de Indias

Historias


Se trata de un ejercicio de rescate de los escritos que he publicado en diferentes sitios Web, en las redes sociales, en periódicos, en revistas y en libros -que incluyen personajes, costumbres y hechos históricos- realizados desde la perspectiva de mi mirada personal y como una manera de abrir ventanas para que la nuevas generaciones aprendan del pasado de su familia, de su terruño, de su país y del mundo.

En 241 Aniversario
RECUERDOS DE MONTERÍA EN LA MITAD DEL SIGLO XX
(TERCERA PARTE)


Montería, muelle fluvial en la Avenida 20 de Julio (hoy Avenida Primera), entre calles 34 y 35.
Foto: Justo Manuel Tribiño

Por: Carlos Crismatt Mouthon

LAS EMISORAS RADIALES

La historia de la radio en Córdoba se remonta a la llegada de Germán Gómez Peláez a finales de los años treinta, quien en una camioneta cerrada -de las antiguamente llamadas bolas- hacía perifoneo de productos pecuarios -entre ellos el purgante Arsenipur- por lo cual fue llamada por las gentes Radio Arsenipur. De allí surgió la idea de montar la primera emisora en Córdoba, en la carrera 2 entre calles 28 y 29.

Emisoras Sinú


En el segundo piso de este edificio del antiguo Teatro Nariño -carrera 4a. con calle 39- se inició Emisoras Sinú.


Luego se trasladó al segundo piso de este edificio de la Avenida Primera con calles 28 y 29, y cambió su nombre a La Voz del Sinú.

Su fundador fue Rafael Fuentes -dueño de Emisoras Fuentes en Cartagena y Emisoras Unidas en Barranquilla- y se inauguró el 18 de junio de 1955 como Emisoras Sinú. Con ellas se creó una de las primeras cadenas radiales de Colombia, el Circuito Radial ABC -de Atlántico, Bolívar y Córdoba-.

Funcionó inicialmente en el local del Teatro Nariño -en la carrera 4a. con calle 39- para luego trasladarse a la Avenida Primera con calles 28 y 29, en donde tuvo su mayor época de éxitos. En los años 70 cambió su nombre a La Voz del Sinú cuando pasó a la cadena Todelar y estuvo administrada en un período por Magola Gómez Pérez, viuda de Germán Gómez Peláez. Luego fue adquirida, inicialmente, por El Meridiano de Córdoba, que la convirtió en Meridiano Radio, y, finalmente, por la Universidad Pontificia Bolivariana, que le dio el nombre de Frecuencia Bolivariana.

Sus primeros gerentes fueron Ernesto Méndez, Carlos Arturo Barrios Del Risco, Augusto -Taquito- Méndez y Adelmo Jiménez.

Entre los primeros locutores y periodistas se cuentan Adolfo Acuña Porras -Maral-, Augusto Yepez Fernández, Antonio Sánchez Charry, Sayd Cure, Vicente Robles Fernández, Serafín Villalba Galarcio, José Higinio Rossi Grandett, Francisco Mendoza Agamez, Juan Francisco Pérez Mercado, Jairo Petro Silva y Carlos Crismatt Mouthon.

Merecen especial mención Napoleón Perea Castro, Edgar Perea Arias, Jorge Antonio Vega y Ausberto Reynoso Salas, quienes sobresalieron en la radio colombiana. La emisora trabajaba con el sistema de turnos las 24 horas del día y los locutores de planta servían a la vez de controles. En su Radio Teatro se presentaron los artistas más famosos de la época.

Radio Cordobesa


Edificio Pupo en la carrera 2a. con calle 30, en donde funcionó durante muchos años Radio Cordobesa.

Auténticamente sinuana, Radio Cordobesa fue fruto de la dedicación de Abraham Pupo Villa y de la asesoría de Germán Gómez Peláez -quien tenía la experiencia de Radio Arsenipur y Radio Sincelejo-. Nació el 9 de septiembre de 1955 en la carrera 2 con calle 28 -donde funciona la Clínica Central-, para luego instalarse en local propio en el edificio de la carrera 3 con calle 30. Hoy es la Básica de RCN. Su Radio Teatro competía con artistas y programas de concurso con La Voz del Sinú.

Se recuerdan los nombres de Estercita Forero, Víctor Hugo Ayala, Alberto Granados y Alberto Osorio, así como las orquestas locales La Sonora Cordobesa y Los Macumberos del Sinú. Radio Cordobesa contó con la voces de Antonio Navarro Santos, Pedro Nel Zapateiro, Carlos Cueto Chavez, José Ramón Leal Torres, Angel Romero Segura, Vicente Robles Fernández, José Gabriel Montes, Luis Robles, Napoleón Perea Castro, Antonio -El Tiro- Barrios, Carmelo Hernández Palencia y Ronald Ayazo.

La Voz de Montería


La Voz de Montería inició labores en el segundo piso de este local de la carrera 3a. con calle 25.

Después de Radio Arsenipur, Radio Sincelejo y Radio Cordobesa, la obra final de Germán Gómez Pelaéz fue la Voz de Montería, escuela de la mayoría de los locutores y periodistas de Córdoba. Inaugurada el 7 de agosto de 1962 en la sede de carrera 3 con calle 25, fue abanderada del sentimiento sinuano. Uno de sus primeros programas fue El Radio Club de los Monterienses, que al ampliar su potencia en antena fue cambiado a El Radio Club de los Cordobeses.

El servicio social a sus oyentes le hizo crear el movimiento político La Piragua, nombre que popularizó en la estación J.J. Arregocés, un locutor venido en los años 60 por estas tierras y que cantaba -acompañado de guitarra- esa composición antes de ser un éxito musical. En su momento de mayor popularidad fue asesinado por el EPL en el Alto Sinú. Su compañera Magola Gómez Pérez recogió las banderas políticas y la dirección de las emisoras, misión que aún desarrolla. Hizo famosa la frase "Pobrecito del Perú si se descubre el Sinú" en la presentación de La Voz de Montería.

Sus primeras voces fueron la del mismo Germán Gómez Peláez, la periodista Navis Assías Alcalá, el profesor Luis Sossa Pantoja, Germán Caballero Contreras, Antonio Mora Vélez, Jairo Petro Silva, Carlos Crismatt Mouthon, Gilberto Brú Pineda, Augusto Yepez Fernández, Abraham Salcedo Castro, Carlos Ospina Montoya y José Julián Blanquicett Tordecilla.

Transmisora Río


En este edificio de la carrera 2a. con calle 37 funciona desde su fundación Transmisora Río -hoy Radio Caracol-.

La historia de la radio en Montería continúa con la cuarta emisora, Transmisora Río, fundada por Enrique Emiliani Román y Julio Cantillo Nájera el 27 de abril de 1965. Se localizó en la carrera 2 con calle 37, en donde ha permanecido hasta la fecha.

Fue nombrado como primer gerente Carlos Arturo Barrios Del Risco -veterano de la radio-, pero una penosa enfermedad, que lo llevó a la tumba, impidió que se posesionara. En su reemplazo asumió Francisco -Pacho-Zubiría Roca , yerno de Julio Cantillo.

Como dato curioso, además del record de permanecer hasta el nuevo siglo la emisora en el mismo local desde su fundación, el control Ricardo Rossi Grandet tuvo igual tiempo al frente de sus labores. Además, su primer gerente Pacho Zubiría estuvo durante más de 30 años continuos en su cargo. Al retiro por jubilación del anterior, lo sucedieron en la gerencia Humberto González Kerguelén, Rudecindo Sánchez y Humberto Paffen García.

Aportaron inicialmente sus voces Carmelo Hernández Palencia, Augusto Yepez Fernández, Augusto Amador Soto, Antonio Navarro Santos, Carlos Crismatt Mouthon y Luis Guzmán Dumett.

Radio Panzenú


En este edificio -ubicado en la carrera 3a. con calle 30- se inició la emisora Radio Panzenú.

Fue fundada el 26 de julio de 1973 por Salomón Náder Náder, Bernardo Elías Náder y José Vicente Muskus, con estudios localizados en la carrera 3 con calles 30 y 31, frente a Radio Cordobesa. Actualmente funciona en la Avenida Primera, entre calles 28 y 29.

Su primer director artístico fue Luis Alberto Payares Villa, quien venía de Radio Progreso de Córdoba en Lorica, y luego ha sido un importante narrador deportivo en Cartagena.

Hizo célebres las Crónicas de José de Arimatea, escritas a cuatro manos por José María Navarro del Toro y José Joaquín Cantillo Hernández y leídas por Germán Caballero.

LA AVIACIÓN EN EL SINÚ

El primer avión en llegar a Montería fue un hidroplano, que acuatizó en las orillas del río Sinú gracias a la pericia del aviador alemán Helmuth Von Krohn. Se habían introducido a Colombia por la Sociedad Colombo Alemana de Transporte Aéreo "Scadta", nacida en Barranquilla 5 de diciembre de 1919, cuando se firmó la escritura en la notaría segunda de Barranquilla. Los socios fueron los alemanes Werner Kaemerer, Stuart Hosie, Alberto Tietjen y los colombianos Ernesto Cortizzos (el primer Presidente de la aerolínea), Rafael Palacio, Cristobal Restrepo, Jacobo Correa y Aristides Noguera.

Estos aviones eran del modelo Junker F-13, monoplanos de ala baja y de construcción completamente metálica, cuyos motores debieron modificarse para poder operar eficientemente en las condiciones climáticas del país. Tenían 9.50 metros de largo y 3.50 metros de alto. Su capacidad de vuelo era de 850 kilómetros y podían llevar hasta 4 pasajeros, además de los dos tripulantes. Debido a las características topográficas del país, a los Junker le fueron adaptados dos flotadores con el fin de poder realizar acuatizajes en los ríos de diferentes poblaciones.

El primero de los Junker F-13, bautizado con el nombre de "Colombia", fue traído a Barraquilla en 1920 por una tripulación alemana, compuesta por el piloto Helmuth von Krohn y los ingenieros Guillermo Schorbusch y Fritz Hammer. Como dato histórico, hay que anotar que Von Krohn murió en 1924 junto a Ernesto Cortizzos, cuando se estrelló en Bocas Cenizas el avión Junker "Tolima", en que asistían a la culminación de las obras de los tajamares.

Desafortunadamente, la época de su mejor momento comercial coincidió con el lapso de la Segunda Mundial y por estrategia del gobierno norteamericano, que consideró muy peligroso que una aerolínea con tanta influencia alemana volara tan cerca del Canal de Panamá, fueron despedidos los pilotos alemanes el 8 de junio de 1940. Seis días después, el 14 de junio, en la misma notaría en que se creó "Scadta", se firmó la escritura para convertirla en "Avianca".

La aviación tuvo muchos protagonistas en el territorio Sinú. En los años 30 aterrizaban en Montería y Lorica los vuelos de pasajeros de Scadta. Luego en los años 40s aparecen Avianca -producto de la liquidación de Scadta- y Lansa -Líneas Aéreas Nacionales S.A.-, que también cubrían a Montería y Lorica. Y en 1947 llegaron los DC3, tipo C-47, de Sam -Sociedad Aeronáutica de Medellín, que hicieron inicialmente el transporte de carga a Planeta Rica.

Lansa fue fundada en 1945 y ayudó a consolidar la aviación en la Costa Atlántica. En ese mismo año, en el Barrio Simón Bolívar de Barranquilla, construyó el Aeropuerto "Las Nieves", cuyo trazado de la pista aún se observa en una avenida de ese barrio. También hizo el aeropuerto "Barvo" de Lorica, en la vía a San Antero. Y luego, en 1947 construye en el barrio Crespo de Cartagena dos pistas de aterrizaje, una principal de 1600 metros de longitud y otra de 930 metros para vientos cruzados. En 1952 se fusionó con Avianca.

El antiguo aeropuerto San Jerónimo de Montería, fue inaugurado en 1937 en los terrenos que hoy ocupan en parte el Hospital San Jerónimo y el Centro Recreacional Tacasuán. "Avianca" inició allí sus operaciones con los famosos Douglas DC-3. Estos aviones llegaron al país en octubre de 1939, y volaban a la increíble velocidad, para ese entonces, de 200 millas por hora. El más famoso DC-3 fue el HK-111, al mando del capitan Alfredo Crismatt, bautizado graciosamente por las gentes como el "Médico", ya que "comienza con uno", "sigue con uno" y "termina con uno".

La llegada de los Douglas DC-4, que requerían una pista de mayor longitud, propició la apertura en los anños 60 del Aeropuerto de Berástegui, en predios de la finca "San Antonio", que fuera propiedad del general Gustavo Rojas Pinilla. El siguiente paso fue la construcción del actual aeropuerto de Los Garzones, inaugurado en 1974, para abrir los cielos de Córdoba a los modernos Jets.

DEL RADIO DE TUBO AL DE TRANSISTOR

Del sistema de telegrafía sin hilos, que patentó Guillermo Marconi en 1896, nació la radio. Y a partir de los inventos de Tomás Alba Edison en 1880, se creó el tubo al vacío que permitió fabricar aparatos que permitieran escuchar la radio.

El encendido de los primeros radios no era instantáneo como los de ahora, ya que los tubos demoraban unos minutos en calentarse. Por ello, cuando la familia y los vecinos se agrupaban para oír un programa, debían anticiparse a prenderlo para no perder su inicio.

En esos viejos radios se escuchó por las noches la radionovela "El Derecho de Nacer", escrita por el cubano Félix B. Caignet, y que marcó toda una época. En 314 capítulos se narró la historia de una madre soltera, cuyo hijo, Albertico Limonta, le quitan al momento de nacer y ella se convierte en monja. Albertico se convierte en médico y por cosas de la vida le toca atender a su abuelo, que, amargado por la ofensa de su hija, había destrozado sus cañadulzales y mudado a El Vedado de La Habana, sede de la aristocracia de la época..

Otros hitos fueron "El Reporter Esso", el famoso noticiero leído por Marcos Pérez Caicedo, la "Cabalgata Deportiva Gillete", que transmitía los partidos de la Serie Mundial de Béisbol en la voz de Buck Cannel, y la radionovela colombiana "Kadir El Árabe", que tuvo gran sintonía a la 1:30 de la tarde.

A pesar de las limitaciones técnicas, la oferta de modelos era relativamente amplia. Los había con gabinete de madera en forma de catedral o de capilla. Igualmente, de baquelita o forrados en cuero. Pero los más apetecidos eran los llamados "Transoceánicos", que gracias a su dial de onda corta permitía escuchar estaciones de diversas partes del mundo. La radio cubana fue la que tuvo mayor penetración, ya que la afinidad por el béisbol y la música de la Isla cultivó un grupo grande fieles oyentes.

Pero la vida de los radios de tubo llegó a su fin con el invento del transistor en 1948, un semiconductor de silicio que permitió que los radios se prendieran al instante, que no generaran tanto calor y que pudiesen ser utilizados con baterías pequeñas.

Un diminuto radio portátil, el Regency TR-1, que podía ser guardado en el bolsillo de la camisa, fue lanzado el 18 de octubre de 1954. Esta tecnología de los nuevos radios cambió totalmente las costumbres de las gentes. Ya no se tenía que estar pegado a un radio en la sala de la casa para estar al tanto de los eventos. Hasta se presentaron disgustos de las gentes con los locutores, ya que los asistentes a los estadios de béisbol y fútbol, principalmente, veían que era diferente lo que se decía con lo que pasaba en la realidad. El apretado partido que se narraba a voz en cuello, no dejaba de ser un encuentro soso y de baja calidad.

El trabajador del campo podía escuchar la radio mientras ordeñaba su vaca o viajaba montado en su burro. La desaparecida Radio Sutatenza y el gobierno nacional, financiaron radios transistorizados portátiles para sus estudiantes campesinos del "Bachillerato por Radio", a través de los Almacenes de Provisión Agrícola de la también fenecida Caja de Crédito Agrario, Industrial y Minero.

En un principio, la calidad de estos radios se medía por el número de transistores. En la medida que la tecnología de su fabricación mejoraba, así mismo pasaron de 1 a 2, 3, 4 y más transistores. Ello se debía, a que a mayor número era mejor la calidad de recepción de la señal, y a que en cada nuevo modelo se agregaban detalles que los anteriores no tenían.

BEBIDAS Y CIGARRILLOS

Bebidas Alcohólicas y Gaseosas

A principios del Siglo XX ya se promocionaban en Lorica las bebidas gaseosas "Ginger Ale Walters" y "Kola Walters".

Antes de los años 50s se fabricaban en Montería las "Gaseosas Diamante", propiedad de Víctor Anaya. Posteriormente recibió la patente para fabricar la "Kola Román" y los otros sabores de naranja, uva y la llamada "cremasoda". Finalmente, pasó a manos de la Embotelladora Román de Cartagena, que a su vez había sido adquirida por la multinacional CocaCola.

El primer licor de nombre preparado en estas tierras fue el llamado "Ron Burguero", destilado en la Hacienda Berástegui, un emporio agropecuario que también tuvo el mayor ingenio azucarero de la Costa Atlántica.

Las bebidas alcohólicas se destilaban en alambiques de cobre, que las gentes llamaban "ron ñeque". Cuando se estableció el monopolio de estas bebidas en el Bolívar Viejo, antes de la creación de Córdoba, las autoridades lucharon por su desaparición. Pero aún después de 1952, año en que Córdoba nació a la vida jurídica, existían muchas fábricas clandestinas.

Los primeros productos que llegaron de Cartagena fueron el "Ron Viejo Bolívar", de color parecido al "Ron Viejo de Caldas". El "Ron Popular", también llamado tornillo por la peculiar forma de rosca que tenía su cuello, el cual venía empacado en cucuruchos de estera. Y los llamados "Anisados", en sabores de naranja y coco, envasados en botellas gruesas con labrados en forma de rombos.

Entrados los años 60s, la Industria Licorera de Bolívar lanzó el famoso "Tres Esquinas", que sin duda fue el licor favorito durante varias décadas.

Sin embargo, era fuerte la competencia del "Ron Viejo de Caldas" y del "Ron Medellín", que se tomaban con Coca-Cola, al estilo "Cuba Libre". También estaba presente el "Aguardiente Antioqueño", pero en menor escala. De Santa Marta era traído por los viajeros el "Ron Caña". Y de Santander se distribuyó en los años 60s el "Buc 58".

La cerveza también tuvo su cuota de participación. La cerveza "Águila" fue la preferida, fabricada por "Cervecerías Barranquilla S.A.", y que era también la más vendida en toda Colombia. Aunque tuvo la fuerte competencia de la "Costeña" y la "Costeñita", de Bavaria [Bogotá]. Otras marcas conocidas, pero que llegaban esporádicamente cuando había escasez, eran la "Club Colombia" [Bogotá], la "Germania" [Bogotá], la "Clarita" [Medellín], la "Pilsen" [Medellín]. la "Nevada" [Santa Marta], la "Poker" [Manizales] y "Clausen" [Santander].

El Tabaco y los Cigarrillos

En Colombia se cultiva el tabaco negro tipo "Cubita", desde finales del siglo XIX, en las zonas de Ovejas [Sucre] y El Carmen de Bolívar [Bolívar] para fabricar cigarros [tabacos o puros] y calillas. Estos productos eran exportados principalmente a Alemania por la firma de Adolfo Held, un alemán que importó el primer toro cebú al país a su hacienda de Jesús del Río, cerca de Zambrano [Bolívar], y cuyos negocios siguió su hijo Walter Held.

En lo que respecta a Córdoba, de acuerdo con el testimonio de don Joaquín María Rodríguez Montes, en 1880 los hermanos Rodríguez Ricardo se trasladaron de Ovejas a Los Garzones para cultivar el tabaco, cuya producción era enviada también a Europa por el puerto de Cartagena. La zona de cultivo abarcaba Aguas Negras, Las Babillas, El Claval y Los Venados.

Por su parte la Compañía Colombiana de Tabaco popularizó desde 1924 el "Pielroja", que siempre ha sido el rey de los cigarrillos en nuestro medio, elaborado con el tabaco tipo "García" de Santander y Boyacá. Otra marca de la misma empresa fue el "Dandy"

La cercanía con Panamá hizo fácil la introducción de cigarrillos con marcas norteamericanas, entre las que sin duda el "Lucky Strike" es uno de los más recordados. Como los fumadores se dieron cuenta que las cajetillas venían con un número que identificaba cada lote de producción, los expertos, como Lenin Haydar Fadul, los anotaban cuidadosamente y exigían a los vendedores que su paquete fuera de la última serie.

A pesar de que el "Marlboro" tiene una identidad propia entre las gentes, especialmente por su agresiva publicidad del vaquero rudo que identificaban como "el hombre Marlboro", otros nombres le ganan en el recuerdo. Por ejemplo, las marcas "Chesterfield" [Estos Sí Satisfacen], "Camel" [Ni un solo caso de irritación en la garganta por fumar cigarrillos Camel], "Viceroy" y "Philip Morris" tenían una gran ventaja inicial.

Esa irritación en la garganta a que se refería el comercial de "Camel", que muy pronto se asoció con la posibilidad de cáncer, hizo que la estrategia cambiara a los cigarrillos con filtro. Fue el momento del "Kent", lanzado en Estados Unidos en 1954 por la compañía Lorillard, un cigarrillo con filtro y empaque blancos, más "señoritero" y delicado, en contraposición al "rudo" Marlboro.

El toque final lo dieron los cigarrillos con filtro y mentolados, cuyo primer gran exponente fue el "Kool". Luego, llegó todo un mundo de marcas, con distintos colores y sabores, como "Parliament", "Stuyvesant", "Newport", "Salem", "Winston", "Dunhill", "Mapleton" y "Raleigh".

En el plano local, se comenzó la producción de cigarrillos rubios con el "Continental". Con filtro apareció luego el "Hidalgo". Y mentolado el "Oasis".

ÉCHENLE AGUA A LOS PUERCOS

Hasta pasados los años sesentas, Montería fue uno de los mayores productores de cerdos en Colombia. Los campesinos criaban una raza criolla conocida como "zungo", al cual denominaban "la alcancía", y uno de cuyos varios propósitos era cancelar los créditos recibidos de la Caja Agraria para las actividades agropecuarias.

En la Guía de Córdoba de Severo J. García se anota que en el año 1952 se exportaron a los mercados del interior 27.999 cabezas, con un peso de 3 millones de kilos. Para hacer el negocio, se enviaban unos compradores que visitaban cada parcela y cerraban la compra con los criadores.

Estos animales eran sacados los fines de semana en camiones rumbo a Medellín, y para evitar la sofocación y muerte por las altas temperaturas, eran bañados con agua en el trayecto por tierras cordobesas. Para tal fin, solicitaban a los campesinos que les regalaran agua para echársela encima a los cerdos. De allí salió la expresión de "échenle agua a los puercos", que se grita cuando se ve a un grupo de personas que viajan en la plataforma de los camiones o volquetas.

Con la llegada del transporte aéreo a los aeropuertos de Planeta Rica y Montería, por esta vía también se procedió a efectuar los embarques. Según las estadísticas registradas en la Guía de Córdoba, la salida por la ruta aérea se duplicó en 1955. Para este transporte de los cerdos, las aeronaves de Avianca tuvieron que adaptar medios de refrigeración en el fuselaje.

De esa bonanza porcícola de los años sesentas, Montería no obtuvo ningún beneficio en el largo plazo. Los "zungos" sirvieron para ayudar a crear la industria de los embutidos en Colombia, y hasta el nombre "Zenú" de sus antepasados fue utilizado para estos propósitos.

En la página Web de la Industria de Alimentos Zenú se lee:

"El nombre Zenú es un vocablo indígena con el cual los fundadores de la empresa quisieron hacer un homenaje a la principal región ganadera de Colombia proveedora de la materia prima para ese entonces, el departamento de Córdoba y que se encontraba habitada por los Sinúes, agrupados cerca al río llamado Zenú en su voz indígena."

LOS MEDICAMENTOS Y OTROS MENJURJES

Lo distintivo de la época eran las boticas. Allí se preparaban las fórmulas magistrales que recetaban los galenos, como se les decía a los médicos. Pero la mitad del Siglo XX trajo consigo una acelerado avance tecnológico, que también abarcó la industria farmacéutica, con el consabido auge de las medicinas de marca.

Hay que anotar que el más famoso boticario de Montería fue don José María "Pito" Taboada, nacido en Corozal [Sucre] en 1916, y quien al frente de su Farmacia Estrella sirvió continuamente durante más de cincuenta años.

La medicina natural utilizaba las propiedades curativas de algunas plantas. La balsamina (Momordica charantia) para las amebas. La curarina (Aristolochia) para las picaduras y mordeduras. El guandú y el níspero para los cólicos renales. El anamú (Petiveria alliacea) para las úlceras intestinales, y algunos aseguraban que para el cáncer.

Cuando se trataba de "componer" una luxación, se usaba el "cebo de cuba" para hacer el "sobijo". También se utilizaba en casos de asma, para lubricar el cepillo que se frotaba en la espalda del enfermo. Para el asma, igualmente era recomendada la "penca de sábila".

En los casos de "nacidos" o "abcesos" que no "reventaban", la fórmula era aplicar "numotizine", un cataplasma de color morado que aceleraba la apertura de la "boca" para drenarlos. Este producto aún se vende como revulsivo, analgésico, antiséptico y antiflogístico de uso externo.

De Cartagena llegaban el "Jarabe Fuentes", del mismo dueño de "Emisoras Fuentes". Y el "Antitísico Pulmonar Román", del mismo laboratorio que preparaba la "Kola Román". Les acompañaba el "Baltisicol Compuesto", de "Laboratorios Lister" de Medellín.

Una tintura milagrosa era la "Curarina", que tenía una versión fabricada por "Salas Nieto" para mordeduras de culebra y fiebres, y otra por "Laboratorios Román" que la promocionaba para picaduras de insectos, ronchas y cualquier problema de la piel. Claro, que para las abuelas lo más refrescante y curativo para la piel eran los baños con agua de matarratón hervido.

Para las enfermedades intestinales, tan frecuentes por la falta de agua tratada, los medicamentos de elección eran la "Sulfadiazina", el "Enterobioformo" y el "Sulfatiazol". Para las diarreas leves, el consejo del día era "Kola Román" con limón. Algo parecido a lo que ocurría con el "calentillo", una bebida aromática de jengibre u otras hierbas, caliente como lo indica su nombre, recomendada por las abuelas para mantenerse despierto y en los casos de debilidades y mareos.

La vermifugaciones eran parte del rito anual en todas las casas. El Rey era el "Aceite de Ricino", un vermífugo y laxante con un sabor horrible. Cuando los niños veían en la mesa de la cocina pedazos de panela y cascos de naranja, se sabía que era el momento de tragarse la amarga pócima. Pero el remedio fue peor que la enfermedad. Luego llegó el "Limolax", un laxante dizque que con sabor a limón, que muchos metían al congelador de la nevera para hacerlo más pasable. Otro vermífugo y purgante recordado es el "Calomel", químicamente protocloruro de mercurio, de efecto muy rápido y explosivo.

Un breve repaso de otros medicamentos nos recuerdan las "Píldoras de Vida del doctor Ross", que era una especie de reconfortante vitamínico. Y la célebre "Emulsión de Scott", de aceite de hígado de bacalao, que se recuerda por la ilustración en su etiqueta del pescador que camina con el gran bacalao sobre sus espaldas. Y por su sabor desagradable, por supuesto.

La gran variedad de "Sales" marcaron una época, como la "Sal de Frutas Lúa", que llevaba las iniciales de su fabricante el Laboratorio Uribe Ángel, mezcla de ácido tartárico, ácido cítrico y bicarbonato de sodio, para la pesadez estomacal. La "Sal de Glauber", que se pronuncia "glober", es sulfato de sodio de acción laxante. Y la "Sal de Epson", que es sulfato de magnesio, para el cólico, el estreñimiento y los dolores musculares.

Un dato curioso es el de la "Aspirina", un analgésico cuyo principio activo es la "salicina" que se extrae del sauce blanco [Salix alba]. De su síntesis se obtiene el "ácido salicílico", que tiene excesivo sabor amargo y es irritante del estómago, y que a su vez, mediante acetilación, produce el "ácido acetilsalicílico",

Paradójicamente, el nombre de "Aspirina" nace de otra planta, la "Spiraea ulmaria", en la que también se encuentra la "salicina". El nombre comercial de "Aspirina" se deriva entonces de la letra "A", que indica el proceso de acetilación al que se somete al ácido salicílico para convertirse en ácido acetilsalicílico. El nombre "Spiraea" aportó la sílaba "spir". Y la terminación "ina" era empleada con frecuencia para los medicamentos en aquella época.

Pues bien, a pesar de que las investigaciones fueron desarrolladas por los Laboratorios Bayer, el nombre de "Aspirina" se convirtió en genérico por la fuerza del uso, y la terminación del período de la patente permitió que su principio activo pudiera ser usado sin restricciones por otros fabricantes de fármacos.

Como rival de su propia aspirina, Bayer puso en el mercado la "Cafiasprina", una mezcla de "ácido acetilsalicílico" y "cafeína". Se le anunciaba como un muy buen analgésico que "no afecta el corazón", y terminaba con la fórmula "si es Bayer, es bueno".

Al terminar la Segunda Guerra Mundial, los laboratorios norteamericanos recibieron muchas de las patentes alemanas, y así fue que la "Cafiaspirina" pasó a manos de Winkhrop, que la fabricó bajo el nombre de "Mejoral". Pero fue en la emisora XEW de México que se creó el más famoso y recordado eslogan de esos tiempos: "Mejor mejora Mejoral". Algunos lo atribuyen al publicista Fernando Gónzalez Oviedo, y otros al poeta Salvador Novo

La importancia que este último producto tuvo en la cultura popular se refleja en la composición que Alejo Durán, el primer Rey Vallenato, tituló "El Mejoral":

Yo pensé que un mejoral

iba curarme este gran dolor

pero que me va a curar

si es una pena de amor (bis)

Yo me fui pa’ Venezuela

decepcionado de Valledupar

como si la ausencia fuera

remedio para olvidar (bis)

Hombe! Yo hice un bien

pero me fue muy mal

pero me fue peor

y; ahora no hago bien, ni mal

pa’ve si me va mejor

A pesar de que te quiero

estoy convencido

de mi mala suerte

Yo sé que un amor sincero

me puede causar la muerte (bis)

En asuntos de mujeres

tengo una ley muy bien aprendida

yo; quiero a la quiere

y; olvido a la que me olvida (bis)

Hombe! Yo hice un bien

pero me fue muy mal

pero me fue peor

y ahora no hago bien, ni mal

pa´ve si me va mejor

Un analgésico de origen colombiano fue el "O.K. Gómez Plata", una empresa de origen santandereano que hizo presencia en Cuba.

Pero la tapa de la caja era "Sani-lyx", un producto del laboratorio del mismo nombre radicado en Barranquilla, que era promocionado como una "panacea". Para comenzar, se anunciaba como un "desinfectante absolutamente inofensivo y que destruye con sorprendente facilidad los invencibles gérmenes: Hongos, Estreptococos, Trichomonas, Gonococos, Estafilococos, Amibas..".

La cosa no paraba allí, ya que "Sani-lyx" se promocionaba como desodorante y antiséptico. E invitaba igualmente a pedir un catálogo, con una muestra gratis de "Sani-lyx", para conocer como ataca los siguientes problemas de la mujer: "...higiene íntima, dolores periódicos, desarreglos, períodos retenidos, loquera ovárica, pruritos vaginales, flujos, leucorreas, inflamaciones, descensos, flacidez, necrosis, embarazo, puerperio, placenta, coágulos, fiebre puerperal, tumores, edad crítica, expulsió placenta...".

La historia continúa. "Sani-lyx" igualmente servía para "...fístulas, disentería crónica, hemorroides, parásitos, colitis, prostatitis, prevención de cáncer, etc.".

Y si quedaba alguna duda, "Sani-lyx" era también para el ganado.

TEATROS Y CINES

A pesar de ser una población pequeña, Montería contaba con varias salas de cine, hoy desaparecidas. Veamos la relación de ellos:

1.Teatro Montería, en la calle 29 con carrera 4a., llamado originalmente Teatro Roxy. [1913]

2.Teatro Variedades, en la Avenida 1a. entre calles 33 y 34. [1914]

3.Teatro Nariño, en la esquina de la carrera 4a. con la calle 39. [1955]

4.Teatro Avenida, en la carrera 1B entre calles 39 y 40. [1958]

5.Teatro Colombia, en la Avenida 1a. entre calles 32 y 33. [1959]

6.Teatro El Faro, en la calle 28 entre carreras 9a. y 10a. [1960]

7.Teatro Betancí, en la calle 22 del barrio La Julia. [1965]

8.Teatro Libia, en la calle 29 entre carreras 8a. y 9a. [1967]

9.Teatro Córdoba, en el barrio de La Granja. [1968]

Teatro Montería

De acuerdo con la Guía Ilustrada del Sinú de 1916, editada por Ayres Nascimento, el Teatro Montería fue terminado de construir a finales de 1913 e inaugurado en enero de 1914 por los señores Henrique Gómez Pérez y Miguel H. Gómez Lavalle. En algunas publicaciones aparece que lo fundaron con el nombre de Teatro Roxy, y que por ello tiene el dudoso honor de haberle dado su apelativo a "Caga Roxy", uno de los locos más célebres de Montería. Después cambió su nombre al de Teatro Montería, el cual conservó hasta el final de sus días.

Allí se presentó la primera película del cine mudo, titulada "La Resurrección de Lázaro". En él también se presentaron en los años 40s famosas figuras del canto, entre las que se destaca Don Pedro Vargas, el gran tenor mexicano que hizo célebre la expresión: "Muy agradecido, muy agradecido, muy agradecido".

Su amplia estructura de madera estaba dividida en el primer piso en luneta, con 26 asientos, y galería, con 600 puestos. Además en el segundo piso contaba con 29 palcos, que en sus primeros días estaban dotados con seis sillas vienesas cada uno. Cuando se presentaban espectáculos líricos y dramáticos, estos palcos eran adornados con flores. Pero el lugar más recordado es el "gallinero" en el tercer piso, tanto por las parejas que buscaban la complicidad de sus recovecos, como de los "graciosos" que allí se ocultaban para lanzar una que otra obscenidad.

Teatro Variedades

Fue fundado en el año 1914 por el empresario cartagenero Raúl Piñeres con el nombre de Circo Teatro de Montería en un local propio en la Avenida 1a. entre calles 33 y 34, donde hoy funciona una ferretería.

Después cambio el nombre a Circo Teatro Variedades. En sus primeros tiempos se presentaban corridas de toros y peleas entre perros adiestrados. Incluso se recuerda que se presentó la lucha entre un toro criollo y un jaguar.

Las películas que se presentaban eran del cine mudo. Para el año 1933 se proyectó la primera cinta sonorizada, en que la proyección era sincronizada con el audio de los discos. Antes de esto, se acostumbraba que las orquestas tocaran unas partituras seleccionadas, mientras se veía la película. Algunos teatros preparaban unos libretos, que eran leídos para orientar a los espectadores sobre la trama que se presentaba en el telón.

El 24 de agosto de 1940 el "sueste" de San Bartolo derribó la estructura de los techos, y partir de esa fecha fue restaurado con el nombre de Teatro Variedades. Esta fue la época del cine sonoro, especialmente de las producciones mexicanas. Además, en las fiestas populares de 20 de enero y 11 de noviembre se utilzaba como salón de bailes.

Teatro Naín

Nació en el año 1959 en la calle 29 con carreras 1a. y 2a. y era propiedad del doctor Abraham Pupo Villa, dueño también de Radio Cordobesa. Fue administrado por Ricardo Marrugo, mejor conocido por su diminutivo "Ricardito", quien alternó este oficio con el de corresponsal deportivo del diario capitalino El Espectador.

Allí se presentaron igualmente artistas de talla, como el doctor Alfonso Ortiz Tirado, conocido mejor como "El Tenor de la Voz de Seda", la declamadora argentina Bertha Singerman, y José Mojica, el cantante y actor mexicano convertido a fraile franciscano.

Teatro Nariño

Fue fundado por don Rafael "El Chón" Milanés en 1955. El edificio de tres plantas que lo albergaba, localizado en la carrera 4a. con la calle 39 esquina, también dio nacimiento a Emisoras Sinú la primera estación radial de Córdoba inaugurada el 18 de junio del mismo año.

El Teatro Nariño igualmente fue utilizado para la presentación de otro de tipo de espectáculos, como las peleas de gallos y de boxeo.

Teatro Avenida

Funcionó en la carrera 1B entre calles 39 y 40. Su inauguración se programó para las fiestas patrias del 20 de julio de 1958. La película proyectada esa noche fue "El Niño y el Toro".

Fue otra de la inversiones del doctor Abraham Pupo Villa, propietario también del Teatro Naín y Radio Cordobesa.

Teatro Colombia

Fue construido a finales de la década de los 50s, por el inversionista Nicolás Palacio en la Avenida 1a. entre calles 32 y 33. Era el tercero de los teatros ubicados en la Avenida Primera de Montería.

Nació en los tiempos de transición de las películas mexicanas habladas a las producciones norteamericanas con subtítulos, que las gentes aprendieron a aceptar.

Hizo pareja con el Teatro Variedades para convertirse en uno de los más animados salones de baile de la ciudad.

Teatro Betancí

Fue una sala de cine pequeña, ubicada en la calle 22 del barrio La Julia, que por su ubicación tuvo su mayor clientela entre los niños y jóvenes de los mediados de los años 60s. Los adultos de la época poco se recuerdan de este típico cine de barrio.

Teatro El Faro

Hay que anotar una pequeñísima sala llamada Teatro El Faro que funcionó en los años 60s, casi que a escondidas, en la calle 28 entre carreras 9 y 10. Quedaba al lado del Club de Billar El Faro, ubicado en la esquina de la carrera 9a. con calle 28, y eran propiedad ambos de Carlos Puche. Era otro cine de barrio.

Teatro Libia

Estuvo ubicado en la calle 29 con carreras 8a. y 9a. Su inauguración en 1967 fue el gran acontecimiento cinematográfico de Montería. Abrió sus puertas con la primera sala cubierta de cine, con capacidad para 1.020 personas, que tuvo gran éxito, primero por la serie de películas de Cantinflas -la primera proyección fue "Su Excelencia"-, y segundo por la exhibición de los primeros clásicos de Hollywood, como "Tiburón", "Cleopatra" y "El Graduado", entre otros.

Desafortunadamente le llegó su momento de crisis a finales de los 80s, y a pesar de recurrir a la innoble estrategia de proyectar cine rojo en sus últimos días, tuvo que cerrar sus puertas después de tantos momentos gloriosos.

Sus dueños fueron el inversionista local Nicolás Palacio Mejía y Luis Botero, socio de Cine Colombia.

Teatro Córdoba

La aceptación del Teatro Libia animó la construcción de otro teatro cerrado, pero esta vez en el populoso barrio La Granja. Sin embargo, se excedieron en las expectativas y el público de La Granja no fue suficiente para satisfacer la taquilla. Además, los habitantes de otros sectores de la ciudad no se decidieron a concurrir al espacioso y cómodo Teatro Córdoba.

Notas Finales

Paradójicamente, el entusiasmo que se vivió con los teatros Libia y Córdoba, no fue sino el preludio del fin de las salas de cine en Montería.

Algunos dicen que fue por la llegada de la televisión y la masificación de las películas en Betamax, pero la verdad es que nadie se explica porqué los teatros fueron desapareciendo uno tras otro, como caen las fichas del dominó.

Entre las décadas de los años 70s y 80s, desaparecieron todos los teatros mencionados arriba.

¡Quien lo creyera!. Llegó el momento en que la ciudad que tuvo 9 salas de cine no tenía una para ver una película. Le tocó pasar una larga temporada sin poder asistir a su espectáculo favorito.

Pero el asuntó no paró allí. En la década de los 90s irrumpieron en el verano cinematográfico de Montería los teatros Sinú [1994] y Cinema La Castellana [1997], que no alcanzaron a ver las luces del nuevo siglo.

Desde el 2005, Montería sólo cuenta con las salas de Cine Colombia, en el Centro Comercial Alamedas del Sinú.

COSAS Y OBJETOS DE LA VIDA DIARIA

Los niños de esos tiempos recuerdan la alcancía metálica que regalaba la Caja de Ahorros de la Caja Agraria. Para sacar los ahorros había que ir a la oficina para que un funcionario la abriera con la llave maestra, y luego la volviera a cerrar. Dicha cajita tenía unos dientecitos en la ranura de entrada, que sólo se abrían al meter las monedas. Pero eso era relativo, ya que los más acuciosos aprendieron a manejar el cuchillo para ordeñar la aparentemente inexpugnable alcancía.

Vale contar que el 31 de octubre era el "Día del Ahorro", en donde se hacían celebraciones para los niños y jóvenes ahorradores en todo el país. La costumbre se inició en la presidencia de Mariano Ospina Pérez, en donde la Caja de Ahorros efectuaba campañas en las escuelas y colegios durante todo el mes de octubre, para incentivar el hábito del ahorro.

Nuestros abuelos no utilizaban las modernas gafas, ya que ellos se ponían sus "anteojos", "lentes", "espejuelos", "antiparras" o "quevedos". Por su parte, las abuelas preferían los "impertinentes". Lo mismo que usaban la "mica", ó "vaso de noche", que era la misma bacinilla. El primer insecticida fue el "musengue", una rama de palma con la punta deshilachada que era el terror de moscas, mosquitos y jejenes.

Estaban de moda las pulseras llamadas "esclavas", fabricadas en plata. La "mariapalito" era una silla con brazos hecha con listones de madera, colocados verticalmente en el espaldar. La "flojera" era una silla reclinable de tijera, con una lona larga (a rayas verticales) que hacía de espaldar y asiento. La "abuelita" era una cuna de hierro, madera y lona. Y las "abuelitas" eran una especie de babuchas. El "zueco" era un calzado con suela de madera y una franja de cuero en la parte delantera encima del empeine.

El "amansalocos" era una camiseta manga larga de color anaranjado, que utilizaban los campesinos y jornaleros en sus tareas diarias. Además de su rusticidad, sus mangas los protegían del sol, las malezas espinosas y las picadas de los insectos. La "gutapercha" era la cinta aislante.

El "Pintoresco Almanaque de Bristol" siempre llegaba con su repetida propaganda anual de la fragante "Agua Florida", famosa desde 1808. Del "Tricófero de Barry" el fortificante capilar con pantenol y aceite de castor. Así como de los jabones de baño y las colonias. Todas fabricadas por "Murray y Laman".

Uno de los primeros desodorantes comerciales fue "Yodora", que en esa época venía en crema. Fue famoso su comercial de "pulcritud a toda hora con Yodora". Antes, para el mal olor, se utilizaban productos químicos como el "litargirio", un polvo amarillo que por su alto contenido de plomo era perjudicial para la salud.

En las tiendas se vendían brillantinas para el cabello [especialmente "Moroline"] en pequeñas bolsas plásticas o de celofán, que venían pegadas en una cartulina gruesa tamaño carta. Las abuelas por lo general utilizaban la manteca negrita, sacada del corozo colorado "Elaeis oleifera". Para mejorar su apariencia y olor, se cuajaba con hielo, para hacerla más espesa y limpiar las impurezas, y se le agregaban gotas de perfume.

Los jóvenes de esas décadas [llamados "cocacolos"] usaron la "Gomina", que era una especie de gel verde que al secarse mantenía el peinado del cabello, aún bajo fuertes vientos.

Para las narices tapadas la moda era utilizar los inhaladores "Vicks". Para la afeitada diaria la marca "Gillete" se posicionó desde muy temprano. Las máquinas, las cuchillas, las cremas y las lociones fueron el pan de cada día.

Quizás la profusa arborización y la ausencia del cemento en la construcción de casas y vías, hacía más fresco el ambiente, por lo que los señores vestían con trajes enteros -saco y pantalón- de lino blanco. Luego, con la producción en serie de estas prendas, se popularizaron marcas como "Everfit", "Vanytor" y "Valher", que usaban telas en paño y algodón puros, o en mezclas con fibras sintéticas.

La más famosa y recordada marca de estos tejidos industriales fue una bautizada como "Terlenka", una fibra poliestérica que, por lo general, se usa en una mezcla de 65% de poliéster y 35% de algodón. Fue toda una moda de los años 60s, y para los jóvenes el mayor placer era llevar un pantalón de esta fibra, que a la vista daba una sensación de un ligero corrugado. Comercialmente existen otras de estas fibras, que se conocen como Dacrón, Trevira, Primel y Celtrel.

En cuanto a camisas, se vendían de las marcas "Merrows", "Mc Alisters", "Nieso" y "Primavera", esta última con cuello "trubenizado". Los zapatos de marca eran los "Corona", uno de cuyos modelos era un mocasín para el colegio con una especie de bolsillo en el empeine, en donde se lucían monedas de 10 centavos, las del cacique Calarcá.

Los zapatos deportivos de la época, usados por los estudiantes para las clases de Educación Física, eran los tenis "Croydon". Eran unas botas de cordones, que tenían suelas de caucho y cubierta de lona azul que llegaba encima de los tobillos. Su distintivo era un estampado de caucho con el logotipo de Croydon en ambos lados de las tobilleras.

El "Chicle" llegó a Colombia por cuenta de la compañía "Adams", que importó una goma de mascar con la marca "Chiclets" y desde entonces se adoptó esta palabra para denominarla. El "Chicle" es una resina lechosa, que se extrae de un árbol llamado zapotillo, originario de la Península de Yucatán en México, a la que se le agregan suavizantes, saborizantes y aromatizantes.

La compañía "Nestlé" sacó cuatro productos de gran aceptación. Uno, la leche "Klim", cuyo nombre es un juego de palabras, ya que al revés es "milk", que en inglés significa leche. Por ironía, el escritor colombiano Lucas Caballero Calderón decidió firmar sus notas humorísticas con el nombre de "Klim". Dos, la "Leche Condensada La Lechera", un apetitoso manjar para los niños que resultó bueno hasta para los "raspaos". Tres, el "Milo" un polvo de chocolate fortificado con vitaminas y minerales, que era más sabroso comerlo de la lata, a escondidas y con los dedos. Su nombre fue inspirado en "Milon", un atleta de la mitología griega. Y cuatro, el café instantáneo "Nescafé".

De la misma manera se presentó el "Flan Royal", un invento que permitió que cualquiera ama de casa preparar un postre al instante. Y ni hablar de la "Avena Quaker", que llegó en 1955 a Colombia con su personaje "Don Quákero", que luego se llamó "Larry", con su cara sonrosada dentro de un óvalo.

LA TARJETA DE IDENTIDAD POSTAL

En la mitad del Siglo XX la mayoría de las personas se identificaban con la Tarjeta de Identidad Postal. Las razones eran varias y obvias, ya que solo hasta el año 1952 se introdujo por la Misión Canadiense la cédula de ciudadanía laminada, tamaño bolsillo. La primera de estas cédulas fue expedida el 24 de noviembre de 1952 al entonces Presidente de la República, Laureano Gómez Castro, con el número 1.

Posteriormente fue que las mujeres, gracias al acto legislativo No. 3 de 1954, pudieron ejercer el derecho de elegir y ser elegidas. La primera cédula femenina se expidió el 25 de mayo de 1956 a doña Carola Correa de Rojas Pinilla, esposa del entonces Presidente de la República, General Gustavo Rojas Pinilla, con el número 20'000.001.

En cuanto a los jóvenes, tuvieron que esperar hasta la expedición del Decreto 1260 de 1970, que en su artículo 109 facultó a la Registraduría Nacional del Estado Civil para expedir la Tarjeta de Identidad a los colombianos mayores de 7 años y menores de veintiuno.

Posteriormente, el Acto Legislativo No. 1 de 1975 modificó los artículos 14,15 y 171 de la Constitución Nacional para disponer que los ciudadanos colombianos adquieren la mayoría de edad a los 18 años.

Las primeras cédulas de ciudadanía eran papeles grandes, difíciles de guardar y muy propensos a deteriorarse. Cada cédula debía cumplir unos requisitos. Uno de ellos era escribir la filiación de la persona y pegar una fotografía pisada con el sello de la oficina que la expedía. Otro, estampar la firma del interesado, si sabía hacerlo, y poner el número que le correspondía al elector en el registro. Finalmente, el nombre y domicilio del mismo, la clase de elecciones y la fecha de expedición de la cédula de ciudadanía. El sistema de clasificación de las huellas digitales era el de Vucetich.

La Tarjeta de Identidad Postal

Ante ello, se presentaba la alternativa de sacar en las Oficinas de Correo una elegante tarjeta de color café claro ó morado claro, con textos en español y francés, que se doblaba en dos partes y se metía cómodamente en la cartera.

Su vigencia era de tres años y su llenado era hecho por empleados seleccionados que manejaban la escritura con plumas metálicas y tinta, así como eran expertos en la escritura caligráfica, estilo Palmer.

Estas tarjetas eran utilizadas en los países miembros de la Unión Postal Universal, con la finalidad de dotar a los usuarios del correo con una identificación para cobro de giros postales, envíos certificados y el uso de los demás servicios de las Oficinas de Correos. Pero su utilidad se extendió tanto, que en muchos estados, como en el caso de Colombia, fue ampliamente aceptada como medio de identificación oficial.

Colombia ingresó a la Unión Postal Universal (U.P.U.) el primero de julio 1881. El 18 de noviembre de 1922 el gobierno colombiano ratificó, según Ley 78 del mismo año, la convención principal y los convenios adicionales firmados por sus delegados al VII Congreso Postal Universal reunido en Madrid en noviembre de 1920. Posteriormente, Colombia firmó los acuerdos de Buenos Aires del 23 de mayo de 1939, y de París del 5 de julio de 1947.

La Cédula Laminada

Mediante el decreto 2864 del 19 de noviembre de 1952 se dictó la siguiente norma sobre las nuevas cédulas de ciudadanía:

•Adoptar el sistema dactiloscópico Henry

•Dimensiones 5.7 x 9.2 cms.

•Reproducción fotográfica del ángulo inferior izquierdo de la tarjeta decadactilar y del retrato del ciudadano, debidamente laminada.

Modificaciones de la Cédula a través del tiempo

De 1952 a 1968 se empleó el papel fotográfico no fluorescente. Entre 1968 y 1993 se cambió al papel fotográfico fluorescente.

Se han utilizado cuatro escudos de Colombia de diferente tamaño.

Se han empleado cinco tipos de plásticos para la laminación:

1.De 1952 a 1956 acetato de celulosa.

2.De 1956 a 1967 butil acetato de celulosa.

3.De 1967 a 1977 cloruro de polivinilo.

4.De 1977 a 1987 poliéster / polietileno.

5.De 1987 a 1993 poliéster / polietileno / etilén-vinil-acetato.

Los formatos han variado en cuanto a la distribución de los campos y firmas de los Registradores Nacionales.

Sistema de Identificación de 1993

En 1988 con la licitación Internacional número 01 se adquirió la infraestructura que se ajustó a los avances tecnológicos de la época.

El 14 de noviembre de 1993 se expidió la primera cédula número 79.688.712 de Bogotá a Acosta Cañon Juan de Jesús, indigente de la calle del cartucho. La solicitud se obtuvo el día del Censo Nacional.

La nueva cédula de ciudadanía está elaborada con insumos de alta tecnología y seguridades. Tamaño ID 1, Tipo Tarjeta de Crédito, de alta resistencia a la flexión, humedad, temperatura, deslaminación y falsificación integral.

Las Tres Últimas Generaciones de Cédulas de Ciudadanía

Primera Generación - 1952

Segunda Generación - 1993

Tercera Generación - 2000

NOTAS EXPLICATIVAS:

Sistema dactiloscópico Vucetich

Juan Vucetich nació el 20 de julio de 1858 en Lessina, (Croacia) y a los 24 años emigró junto a su familia a la República Argentina. En 1891 creó el más perfecto sistema de clasificación de huellas digitales. Escribió el famoso libro "Dactiloscopia Comparada".

En 1892 identificó a la criminal Francisca Rojas por medio dactiloscópico, y fue el primer caso de asesinato cuyo autor había sido descubierto por las huellas digitales dejadas en el lugar del crimen. Después efectuó más identificaciones por medio de la dactiloscopía y su buena clasificación.

En 1896 la policía argentina suspende el sistema antropométrico y adopta la dactiloscopía, conviritiéndola en el primer país en el mundo donde las huellas dactilares sirvieron de única base para la identificación de delincuentes. El Sistema Dactiloscópico Argentino se usa actualmente en el 75 % de los países del mundo.

Sistema dactiloscópico Henry

Edward Henry nació en Londres en 1850. Es el autor del sistema de identificación que lleva su nombre y que se utiliza en la actualidad en el FBI.

En 1896 encontró un medio para catalogar millones de fichas con huellas dactilares, con tanta perfección que una de ellas podía ser localizada en un tiempo mínimo. Dividió en cinco los tipos fundamentales de dactilogramas y precisó con todo detalle cada uno de ellos.

Fotos de Montería de años 80 del Siglo XX tomadas por el fotógrafo cartagenero Carlos Crismatt Mouthon.
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© Carlos Crismatt Mouthon

 


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